LA ESTÉTICA DEL GRAFFITI EN LA SOCIODINÁMICA DEL ESPACIO....

Seccion de 4 Elementos donde podras comentar y aportar sobre estos elementos que mueven la cultura hip hop.

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DSTRO187
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LA ESTÉTICA DEL GRAFFITI EN LA SOCIODINÁMICA DEL ESPACIO....

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LA ESTÉTICA DEL GRAFFITI EN LA SOCIODINÁMICA DEL ESPACIO URBANO.

Orientaciones para un estudio de las culturas urbanas en el fin de siglo.

1- EL GRAFFITI CONTEMPORÁNEO COMO OBJETO DE ESTUDIO PARA LA HISTORIA DEL ARTE. RAZONES PARA SU ANÁLISIS.
El presente trabajo tiene como propósito principal facilitar la comprensión de las manifestaciones pictóricas denominadas generalmente graffiti a lo largo de todo el mundo. La diversidad de esta forma creativa no oculta los numerosos rasgos comunes que hacen de ella una verdadera unidad de creación artística en lo que a sus valores expresivos y técnicos se refiere. Debemos tener en cuenta constantemente la naturaleza críptica del graffiti. Éste es producido por un grupo humano caracterizado en el espacio urbano, cuyos miembros se reconocen entre sí por su actividad más o menos clandestina en el espacio público. En este aspecto de manifestación soterrada del grupo, y que posee su propio apartado en el ámbito del presente trabajo, es donde el graffiti muestra una riqueza inagotable de significados y matices que la observación del observador ajeno o indiferente no puede apreciar por su desconocimiento de los códigos gramaticales y semánticos de las formas realizadas. Vaya por delante la cuestión de la consideración de la comunidad de escritores de graffiti (el denominado por ellos movimiento) como un grupo cerrado de creación cultural con normas propias de comunicación interna. Un artículo del sociólogo Maffesoli resulta ilustrativo a este respecto:

Este aspecto conformará una de las tesis principales de este trabajo a la vista de lo observado hasta el momento. Sus expresiones pueden estar ciertamente muy diferenciadas, pero su lógica es constante: el hecho de compartir un hábito, una ideología, un ideal, determina el ser conjunto y permite que éste sea una protección contra la imposición, venga de donde venga. (MAFFESOLI, 1987: 67)
De esta forma los rasgos formales alcanzan un significado de gran importancia por su múltiple consideración como elementos gramáticos, señaladores de influjos y tendencias, propósitos del autor, etc, siempre teniendo en cuenta la diversidad pragmática y por lo tanto semiótica implícita por lo antes reseñado. Por añadidura, el graffiti posee una historia propia que nace en el New York de los últimos años sesenta y primeros setenta en el ámbito de la eclosión de nuevas formas culturales propiciada por minorías marginadas en esta ciudad. Disciplinas como la antropología urbana (HANNERZ, 1969), (CASTELLS, 1986) nos han permitido estudiar la formación de nuevos parámetros culturales en el seno de la grandes ciudades occidentales. Estos nuevos patrones son el resultado de la ruptura de muchos de los mecanismos hasta entonces vigentes de control social. La cultura soul del ghetto de New York dará paso en esta época a la cultura hip hop (MONREAL, 1996: 85) de naturaleza mucho más combativa y reivindicativa de los propios valores del grupo y de la sociedad anglosajona en general, y que renunciará a las pautas de participación en las instituciones y a la aceptación implícita de los valores del grupo dominante. El graffiti nace como expresión gráfica de este amplio movimiento cultural en el que la afirmación de lo individual se confunde con la del grupo en el marco de los barrios populosos y degradados de las grandes ciudades occidentales. Allí se genera una terminología y un lenguaje icónico y textual autóctonos y originales que son de imprescindible conocimiento para la comprensión adecuada de las nuevas formas del arte contemporáneo que muy probablemente estén marcando las pautas de lo que será la producción artística del siglo XXI.

A lo largo del apartado 2.3 he pretendido compilar las diferentes versiones que los estudiosos han proporcionado para este fenómeno sin precedentes, en su fuerza creativa y en su amplitud en el mundo del arte y de la cultura. El término que será usado de aquí en adelante será el de graffiti hip hop por la mayor precisión en cuanto a su marco cultural y posterior desarrollo que ofrece frente al que postulan Baudrillard (1974) o Garí (1995) de graffiti americano. Como veremos a lo largo del presente estudio, el graffiti hip hop posee unos rasgos constantes, tanto en la definición de sus condiciones de producción como en la configuración de los dispositivos culturales en los que se encuentra inmerso, relación que el término elegido expresa apropiadamente.

De esta manera el graffiti hip hop que da configurado como objeto de estudio y análisis merced a diversos factores que paso a enumerar:

El graffiti hip hop constituye por sí mismo y en la consideración global de la producción pictórica susceptible de ser inscrita en esta definición, un fenómeno de orden artístico y expresivo de primer orden.


La extensión geográfica del graffiti hip hop ha traspasado hace más de 20 años las fronteras de su lugar de origen para extenderse por cualquier urbe del globo. Su importancia mundial es ya evidente.


Los procesos evolutivos en los que ha estado implicado el fenómeno graffiti han sido lo suficientemente complejos como para merecer un atento análisis desde una óptica interdisciplinar y sobre todo desde la Historia del Arte.


El graffiti hip hop desarrolla desde sus orígenes variables explicativas muy diversas que se configuran en torno a la autorrepresentación en el marco urbano público, la crítica de los mensajes mass-mediáticos institucionalizados, de comunicación verbo.icónica del grupo así como de resistencia contra la presión social ejercida desde un principio contra la cultura hip hop en general.


Se carece, en la Historia del Arte, de un estudio en profundidad del fenómeno. Existe desde principios de los años ochenta una cada vez más numerosa bibliografía multidisciplinar sobre el tema. Sin embargo poco se ha hecho desde la nuestra disciplina. A la espera de la tesis doctoral de Ivana Nicola (1996), de la Universidad de Barcelona, únicamente las pertenecientes a Jack Stewart (1989) en EE. UU., Joan Garí (1995) y Angel Arranz (1995) en nuestro país se han realizado hasta la fecha. Ninguna de ellas -salvo la de Nicola- pertenece a un departamento de Historia del Arte.


El graffiti hip hop resulta, a la vista de la expuesto y de los resultados de este trabajo, un fenómeno que trasciende lo meramente artístico para representar un objeto de estudio donde los procesos intertextuales y dialógicos resultan de una importancia decisiva. El graffiti hip hop es un claro exponente de las nuevas estrategias creativas producidas en las ciudades del fin del siglo XX, y que muy posiblemente, estén ya condicionando el futuro de nuevas prácticas artísticas.


2- ESTADO DE LA CUESTIÓN. EL GRAFFITI CONTEMPORÁNEO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y EN LA HISTORIOGRAFÍA.
Los materiales de partida para la investigación tienen una doble naturaleza, aspecto que comparten con los de cualquier otro aspecto de la Historia del Arte. Por un lado se encuentran las obras artísticas realizadas, por otro las fuentes documentales y la bibliografía específica ya existente. La problemática en relación al estudio, catalogación y comentario de las obras que componen el objeto de estudio resulta, sin embargo, específica del tema de esta investigación. Las obras de graffiti contemporáneo poseen una existencia limitada, una existencia efímera debida principalmente a sus mismas condiciones de producción y a su naturaleza como obra artística, como veremos más adelante. Denis Riout (1990: 6) destaca la inexistencia de un corpus básico de obras de graffiti que el historiador del Arte pueda analizar, comentar e interpretar. Es por ello que la elaboración de un trabajo de campo previo posee una importancia clave en esta investigación. Un trabajo de campo que incluye el registro y catalogación de cierto número de obras como premisa básica del posterior desarrollo del estudio (Ver apartado 2.2).

Por otro lado las fuentes denominadas como documentales merecen un tratamiento diferenciado del resto de la bibliografía utilizada. En la mayor parte de los casos se trata de publicaciones no registradas denominadas fanzines según la definición de Babas y Turrón (1996) . Publicaciones confeccionadas por los mismos escritores de graffiti como vehículo básico de promoción y publicidad de sus obras y de otros escritores frente a la obligada naturaleza efímera del graffiti contemporáneo. Partiendo de esta premisa se han incluido en este apartado todas aquellas publicaciones, registradas o no, escritas o realizadas por escritores de graffiti, y que no incluyan un desarrollo teórico considerado como mínimo acerca del tema del graffiti contemporáneo. Consideramos que un desarrollo mínimo del tema implica la inclusión de artículos o cualquier tipo de texto relacionado con el objeto de estudio.

Como fuentes bibliográficas secundarias se ha considerado la importancia de artículos de prensa, realizados en su mayor parte por periodistas, que parten frecuentemente para sus comentarios de una posición de desconocimiento de la cuestión y de los aspectos básicos de la Historia del Arte. Sin embargo representan un tipo de fuente esencial por lo que tiene de valor en cuanto a la consideración social del graffiti contemporáneo sin que en ningún momento, salvo excepciones, se intente realizar una comprensión amplia del fenómeno del graffiti.

En último lugar el comentario de la bibliografía específica hallada sobre el tema de estudio posee una importancia fundamental. En éste he intentado reflejar el porqué de la exclusión de muchos textos y trabajos de investigación ya realizados, principalmente a causa de la ambigüedad del término genérico graffiti, circunstancia que hacía que la atención de muchos de estos trabajos estuviesen dirigidos al graffiti en la Antigüedad o bien hacia el graffiti en su sentido más amplio (incisiones, pintadas, etc) y con naturaleza estrictamente textual. En este sentido la selección de la bibliografía utilizada se ha realizado en cuanto el tema prioritario de estudio era el graffiti contemporáneo o hip hop.

2.1- Comentario a las fuentes documentales.
Al respecto de las fuentes documentales utilizadas existen interesantes obras que reflejan de forma sugerente y eminentemente visual la actividad de los escritores de graffiti. En el libro de Olivier Montagnon, escritor de graffiti y con una larga labor a sus espaldas en lo que a este arte se refiere, Sabotage, le graffiti art sur les trains d'Europe (1990), podemos apreciar el mejor exponente de una serie de publicaciones cuyo propósito básico es asegurar el registro fotográfico y clasificación de un gran numero de piezas de graffiti realizadas a lo largo de toda Europa. Semejante objetivo poseen revistan y fanzines dedicados al tema, publicados muy a menudo por cuenta y riesgo de grupos de escritores de graffiti. Su calidad formal oscila ostensiblemente, desde el alto nivel editorial de GAME OVER (Barcelona, 1995) y WANTED (Madrid, 1995) (Figura a) al más modesto y ya desaparecido ESTILO URBANO (Zaragoza, 1992), cuyos primeros números debieron realizarse mediante fotocopias en blanco y negro. La estructura de estas publicaciones es sencilla y sirve de plataforma de registro y difusión a las fotografías que los escritores de graffiti realizan de sus propias obras, dada la efimeridad de estas. Con el tiempo algunas de estas publicaciones han incluido en sus páginas entrevistas y reportajes dedicados a personajes activos en el seno de la cultura hip hop.

La revista GAME OVER constituye toda una seña de identidad del grupo barcelonés del mismo nombre. La misma denominación reciben tanto un establecimiento comercial de su propiedad como una versión en video de su revista. De muy similar trayectoria resulta la revista WANTED, de Madrid. Sus páginas recogen sobre todo fotografías de piezas de graffiti sobre trenes de toda Europa. En Zaragoza tan solo el fanzine ESTILO URBANO alteró de algún modo el sombrío panorama editorial específico en esta ciudad. Financiado durante dos años por la Casa de Juventud del barrio de La Jota este fanzine se reveló como una forma eficaz de difusión para el hip hop aragonés, proporcionando y publicando contenidos referentes a todo su abanico cultural. En sus paginas aparecieron rappers, DJ's, break dancers, escritores de graffiti, grupos, entrevistas, reseñas de conciertos y certámenes etc. En definitiva, un verdadero documento acerca de la actividad cultural hip hop en Zaragoza que lamentablemente ha desaparecido.

Muy diferente ha resultado ser el fanzine ZONA DE OBRAS (VV.AA., 1997), que en su número nueve dedica todas sus paginas centrales a la eclosión última del hip hop en España. Atendiendo especialmente a la emergencia reciente de los numerosos grupos de este tipo de música, el articulista -que firma como 515- configura brevemente una trayectoria en el tiempo de este fenómeno en el que prima la critica a la política de difusión y producción cultural establecidas por los mass media y las grandes multinacionales discográficas y editoriales. Siguiendo esta línea el modesto fanzine RAPAPOLVOS (MARTÍNEZ, 1996) escapa de la establecida por WANTED o GAME OVER para establecer un verdadero dialogo entre las diferentes facetas creativas de la cultura hip hop en España. De esta forma y aunque la mayor parte de sus paginas estén dedicadas a la música, el graffiti ocupa un lugar apreciable. La influencia de los grupos y cantantes hip hop norteamericanos y franceses es notoria. Como exponente extranjero la revista STRESS (KET, 1995) (New York) posee similares características que el fanzine anterior si bien que su mayor tamaño le permite incluir mayor variedad de artículos y temas.

Las revistas europeas especificas acerca del graffiti son muy abundantes y todas ellas de características y estructuras similares. XPLICIT GRAFFXX (VV. AA. 1996), 33 FRESH (VV. AA. 1995), CAN CONTROL (VV.AA. 1995), BLITZKRIEG (VV. AA. 1997), AEROSOL ATTACK (VV. AA. 1996), BORN TO BOMB (VV. AA. 1997) y muchas otras ofrecen, del mismo modo que las españolas GAME OVER, WANTED o METROPOLITAN PRESS (VV. AA. 1995) el papel esencial de soporte y difusión fotográfica de obras de graffiti. Su escasez de artículos es palpable aunque su naturaleza promocional sea cada vez menos acusada con la introducción de mas texto y entrevistas en sus últimos números. No existen en ninguna de estas publicaciones aproximaciones teóricas al tema y ni tan siquiera un intento de establecer parentescos con otras artes o relaciones que vayan mas allá de lo circunstancial. Artículos como el de ZONA DE OBRAS (VV. AA. 1996: 40 Y ss.) o el de Psico y Zippo (1996: 15) en GAME OVER no son sino intentos, limitados en su alcance, de comprender la historia del fenómeno del que ellos mismos participan.

Las revistas y fanzines hip hop constituyen no obstante una fuente de primera mano para comprender la naturaleza eminentemente promocional y de difusión interna de sus propósitos. Su carácter cerrado y críptico participa de un lenguaje a menudo grupal y que podemos denominar como argot especifico. De esta forma y actuando como mecanismo secundario de autorrepresentación frente a las principales actividades culturales del hip hop, estas publicaciones resultan ser mas un vehículo de comunicación interna que de difusión general de cara al exterior social.

2.2- Comentario a las fuentes bibliográficas secundarias.
Por otro lado los medios de comunicación (prensa, televisión, revistas temáticas, etc.) no establecen a priori ninguna línea preestablecida de información respecto al tema. Los articulistas rara vez intentan comprender el fenómeno desde un punto de vista cultural, posicionándose en muchas ocasiones en el punto de vista que intentan generalizar, esto es, un rechazo casi total a los escritores de cualquier tipo de graffiti. Los articulistas no suelen diferenciar entre las diferentes corrientes del graffiti urbano y, salvo excepciones, adolecen de un desconocimiento básico del fenómeno graffiti, de su naturaleza y de su origen. Existen escasísimos intentos de aproximación al tema como el de José Luis Corral (1997). Este periodista establece a partir de la realización de una pieza de graffiti sobre tren del escritor madrileño Sha, una suerte de ronda de opiniones al respecto. Tanto el protagonista como un responsable de Renfe, un pintor de Bellas Artes y un profesor de Arte de la Universidad Complutense, Mariano de Blas, manifiestan sus criterios y actitudes correspondientes.

Por lo general los artículos suelen representar meras reseñas de acontecimientos y certámenes (SEGURA, 1997) en el mundo del graffiti cuando no verdaderas protestas vecinales ante el deterioro formal de la zona (ANÓNIMO, 1997). Todo ello apoyaba, a la hora de mi aproximación al tema, la idea de que el graffiti era percibido por el habitante urbano como un elemento mas de la sintomatología del deterioro urbano.

En algunas raras ocasiones un certamen de graffiti ha recibido un trato favorable, haciendo mas hincapié en los factores creativos y lúdicos de estas propuestas para los jóvenes. El anuario del curso 1996-1997 del INB Pablo Gargallo (PÉREZ, 1997: 52-53) recoge en sus páginas el certamen que allí se realizó en abril de 1997 de una forma participativa y constructiva.

Elena Bamdrés, periodista de Antena 3 Televisión Aragón, realizó un reportaje (A3 TV Aragón, 1997) emitido en mayo de este mismo año acerca del graffiti, con una perspectiva similar a la del artículo de José Luis Corral antes mencionado. El que suscribe estas líneas fue entrevistado en este trabajo breve y fragmentario que no llegaba siquiera a representar un intento de comprensión del fenómeno. Muy al contrario, resulta notable en reportajes y artículos como los citados el deseo de elegir una faceta del graffiti, la más elaborada y presentable según el punto de vista artístico común y oficial, y exponerlo como fruto de la natural creatividad juvenil. Ni esto representa una comprensión de esta forma de expresión ni mucho menos un apoyo a esta actividad. En el discurso de estas reseñas se espera implícitamente de estos jóvenes que den el paso definitivo hacia el arte oficial y se integren en el circuito de galerías y museos, despreciando de una vez por todas su pasado callejero, asi como se hace hincapié sistemáticamente en la sugerencia de la necesidad de espacios legales para sus actividades.

2.3- Comentario a la bibliografía especifica.
La bibliografía existente acerca del graffiti contemporáneo resulta extremadamente diversa en sus orientaciones, divergente en sus propósitos y con escasa o nula interrelación entre los diferentes investigadores. El trabajo minucioso de Jane M. Gadsby (1995) representa cierta claridad en un maremagnum de obras dispersas y descoordinadas en lo que respecta a la continuación lógica de trabajos anteriores (Figura b). Gadsby distingue, entre las obras escritas desde 1930 hasta la actualidad, nueve tendencias historiográficas del graffiti en su acepción mas amplia, no solo en su faceta urbana contemporánea. En todas ellas la autora denuncia el desproporcionado peso de la opinión subjetiva y de la posición de clase de los autores asi como de la inadecuación de sus intentos categorizadores de los procesos de producción artística que estudian. Esta visión totalizadora del graffiti ha llevado tradicionalmente a los investigadores a considerar las expresiones informales de la Antigüedad denominados como graffiti como elementos antropológicos a estudiar por sus muchas relaciones con los graffiti actuales. Gadsby apoya esta visión solo parcialmente basándose en que la relación del graffiti antiguo con el contemporáneo se fundamenta en factores mas diversos que la mera informalidad de su ejecución o de su soporte.

De esta forma su preocupación no es solo la de componer un texto que acompañe cientos de fotografías, sino la de establecer una pauta común de estudio e investigación de factores culturales, políticos y artísticos que generalmente han pasado desapercibidos en la historia oficial de las formas. Como ella misma señala en su artículo:

Cuando algunos sucesos o problemas afectan a toda la comunidad (problemas como la masacre de Montreal, la guerra del Golfo e incluso el menosprecio generalizado hacia los servicios de comida de un campus universitario) estos estados de ánimo se manifiestan en el graffiti. Este es el gran potencial de la investigación del graffiti que nos permitiría introducirnos en los comportamientos cotidianos, actitudes y mentalidades de la gente y descubrir obras artísticas, personas e ideas que de otra forma serian silenciadas. (GADSBY, 1995: 8)
La bibliografía facilitada por ella fue uno de los referentes básicos en las fases tempranas de esta investigación, durante las cuales era vital el establecimiento de un rumbo metodológico preciso. Curiosamente una obra sobre graffiti contemporáneo en Moscú (BUSHNELL, 1990), una ciudad en la que no sospechaba que estos existieran mostraba toda una metodología de estudio con un solo propósito: la comprensión de una forma artística creativa de expresión cuyos significados implícitos están al margen de la mentalidad del investigador y de los intereses universitarios y se ve conducido hacia conceptos y cuestiones de una cultura bien diferente. De esta forma abundan las entrevistas y se realiza un estudio sobre la idea del lenguaje interno del grupo que nos muestra el hecho subcultural en pleno desarrollo de sus constantes de identidad en el seno de una sociedad postindustrial.

El libro de Regina Blume (1985) (Figura c) persiste en esta línea del graffiti considerado como vehículo de comunicación y lenguaje del grupo a la vez que estudia las diferentes causas que llevan a la producción de graffiti. Un enfoque seguido también por Moira Smith (1986), con un acento especial sobre la falta de contextualización del objeto de estudio que algunas investigaciones recientes muestran en sus diferentes aproximaciones al mundo del graffiti.

De todas formas esta visión lingüística descontextualizada e historicista es el producto manifiesto de trabajos realizados dentro del campo de la filología y de la antropología y que tienen como referente básico el graffiti en la Antigüedad, el cual ha ejercido las constantes de su producción incluso hasta el graffiti contemporáneo. A mi entender esta supuesta relación diacrónica pervierte el sentido de las concomitancias entre ambos, que no van mas allá de la similitud formal que se halla. De esta manera estos investigadores parten de una premisa equivocada por partida doble:

Los graffiti considerados históricos, es decir, pertenecientes al legado arqueológico de diferentes épocas, son similares a los actuales en su concepto y génesis. Premisa esta equivocada por el contexto cultural e histórico y la propia naturaleza de las producciones pictóricas en el graffiti hip hop, que ostenta este nombre tan sólo por convención y no por incluir entre sus técnicas ni la incisión ni el esgrafiado. La visión de R. Blume (1985) y M. Smith (1986) resulta por lo tanto equívoca, descontextualizada y estérilmente historicista.

En segundo lugar la constante de considerar en sus estudios y artículos la similitud entre el graffiti hip hop y otras formas gráficas, reduciendo al primero a una suerte de manifestación cromática y poco más. El artículo de Cabrera Infante en El País Babelia (15/11/1997: 3) o el estudio de Riout (1990) - por otro lado admirable en otras facetas - resulta ejemplar al respecto. Detrás de discursos como estos existe siempre la percepción minusvalorativa del graffiti hip hop y la incomprensión del contexto en que se produce.

Una verdadera aproximación lingüística más actual al graffiti contemporáneo debería incorporar los hallazgos de la pragmática y de los estudios de la intertextualidad que permita considerar correctamente las interrelaciones constantes del graffiti hip hop con otras artes y formas de expresión actuales e incluso inmediatamente anteriores. El cine, el comic, la televisión etc. conforman en gran medida un espacio cultural con un gran peso especifico sobre las producciones culturales oficiales y no oficiales actuales. Esta cuestión es poco o nada abordada en estudios acerca del tema. Las menciones al respecto no van mas allá del comentario anecdótico y circunstancial, y muy a menudo son los propios escritores de graffiti los que han de señalar estas influencias a falta de una auténtica crítica externa (CHALFANT, 1987: 11).

Por otro lado existe cierta tendencia a realizar estudios que intentan integrar al graffiti contemporáneo en los parámetros básicos de la alta cultura. Libros como el de Varnedoe y Gopnik (1991) establecen comparaciones de obras de graffiti con trabajos de Duchamp y Dubuffet con este propósito de la misma forma que lo hacía Arranz (1995) en su tesis doctoral, mientras Robinson (1990) hace lo propio con el graffiti del Soho neoyorquino y la producción de arte moderno en esta ciudad. En cualquier caso estas obras adolecen de un estudio serio mínimamente riguroso, de bibliografía específica, a la vez que la subjetividad campa a sus anchas por los textos para hacer honor a una impresión personal poco meditada de los autores.

De una forma algo mas elaborada se constituye la obra de Potter (1992) y contempla la herencia cultural étnica del componente social productor de graffiti. Intenta seguir su trayectoria en la sociedad de la postmodernidad, estableciendo un enfoque a tener muy en cuenta y que merece mayor tratamiento.

También en Nueva York se ha editado la tesis doctoral de Jack Stewart (1989) de la Universidad Estatal de Columbia que rechaza de una forma tácita la primacía de la función lingüística en la producción de graffiti para acentuar el estudio de la faceta puramente estética y artística de éste. Atención especial dedica a sus orígenes en el seno de la cultura underground hasta finales de los años 70. Su contextualización del nacimiento del graffiti en New York resulta modélica. Como ocurre con la obra de Potter es este un libro que merecerá mayor atención y comentario en próximas fases de esta investigación.

Estos dos autores, Potter (1992) y Stewart (1989), siguen en realidad un enfoque básico marcado por la temprana obra de Castleman (1982) que ha establecido una verdadera pauta de trabajo en la que el estudio de los orígenes neoyorquinos del graffiti contemporáneo son los protagonistas. Craig Castleman procedía del campo de la sociología y ha realizado un esfuerzo considerable en hacer algo que todavía nadie había hecho en profundidad hasta entonces, esto es, un verdadero trabajo de campo en el mismo escenario donde tuvieron lugar los hechos a los que se refiere a la vez que aplica a su papel como investigador y como observador una objetividad envidiable, dejando el análisis y estudio teórico del graffiti para obras posteriores que sin embargo no han tenido lugar. De esta forma Castleman (1982) inició una nueva vía de investigación del graffiti, mas rigurosa y científica, que sirvió de modelo y referente necesario para otros investigadores. Al mismo tiempo parece que la continuidad de las obras comienza a resultar mas palpable. El alemán Thomas Christ (1984) sigue las investigaciones de Stewart en lo que respecta al desarrollo del graffiti neoyorquino durante los años 80 con una perspectiva similar.

También en Alemania se realiza el primer intento de constituir el primer depósito documental y bibliográfico acerca del graffiti contemporáneo mundial. Bart Bosmans y Axel Thiel (1995) mantienen en Alemania y Bélgica sendos núcleos de información exhaustiva proveniente de todo el mundo. Esta especie de enciclopedismo ha resultado en el establecimiento de una verdadera propuesta estructural de estudio, que ambos autores recomiendan al investigador. De hecho su modelo queda muy cercano a una aproximación estético-reivindicativa del graffiti, y por lo tanto resulta muy discutible. Sin embargo es de agradecer este germen de debate metodológico y teórico en el marco de graffiti.

Muy diferentes son las obras de Henry Chalfant (1984, 1987) y Martha Cooper (1984, 1994) cuyo tratamiento del tema parece tener un propósito meramente recopilatorio muy abundante en sus contenidos gráficos. La sorpresa más agradable proviene de sus páginas iniciales, en unos escasos textos que sin embargo resultan de una utilidad critica notable. Henry Chalfant es un investigador tradicional en el tema graffiti . Graduado en cultura griega clásica por la Universidad de Standford (EE.UU.) su dedicación al estudio de la cultura hip-hop en general dura ya quince años. Escribió el guión y produjo el documental Stylewars dirigido por Tony Silver (1983) y fue el artífice de una de las obras pioneras en el estudio del graffiti, Subway Art (1984) . De todas formas el desarrollo teórico de las obras de Chalfant y Cooper citadas es mínimo pese a su tratamiento crítico y a sus posibilidades de generar interés.

La red global de información Internet constituye una vía esencial de comunicación entre los investigadores del graffiti. A través del grupo de noticias Alt.graffiti y por medio del correo electrónico he podido contactar con ensayistas, estudiosos, investigadores y escritores de graffiti españoles y de otros países. Los trabajos y artículos de Kevin Element (1996), Pamela Dennant (1996), Jeremiah Luna (1997), Futura2000 (1997), Ramellzee (1997), Sheena Wagstaff (1997), Susan y Jeff Farrell (1997) (ambos organizadores y coordinadores del espacio en la red Art Crimes), Phase2 (1996) y otros han resultado vitales para mí a la hora de considerar las diferentes y muy variadas y diferentes implicaciones culturales y sociales del graffiti contemporáneo. En este marco se han realizado incluso compilaciones de supuestas constantes estéticas y teorizaciones más o menos coherentes y sistemáticas acerca del graffiti y de su estética. Estas obras suelen presentar visiones subjetivas y parciales hasta llegar a la militancia y muestran, por contra, un afán notable por la difusión social. En otros casos es palpable una preocupación manifiesta por aspectos menos comentados del graffiti, por su impacto cultural y su incidencia en las iconografías contemporáneas. Un caso representativo sería el libro del escritor de graffiti alemán Styleonly, Theory of Style (1997), que no participa de una edición convencional, sino que es servido por vía postal y reproducido por encargo. Su principal propósito sería el de asentar las bases conceptuales del graffiti, delimitar el campo expresivo en el que esta forma de expresión actúa, todo ello en aras de dejar bien sentada su peculiaridad y diferencia frente a otras artes.

En nuestro país se han realizado hasta la fecha diversos estudios en forma de ensayos o tesis doctorales que contemplan el objeto de estudio desde diferentes perspectivas. En primer lugar tenemos el estudio de Joan Garí, profesor de lingüística de la Universidad de Valencia, cuya tesis doctoral se tituló Análisis del discurso mural. Hacia una semiótica del graffiti (1994), dirigida por Salvador Liern Vicent, del Departamento de Teoría de los Lenguajes, y que tuvo su reflejo en la confección de un ensayo más breve titulado La conversación mural (1995). El tratamiento que el autor presta al tema, pese a la pretendida interdisciplinariedad y prioritario uso de los condicionantes pragmáticos que señala, no trasciende en momento alguno, salvo alusiones aisladas, el análisis textual de los discursos que caracterizan al graffiti textual o europeo como el mismo lo clasifica (1995. 32). Asimismo no cuenta con la elaboración de un trabajo de campo que le sirva de apoyatura pragmática de sus afirmaciones. A lo largo de su estudio las citas constantes a los estudiosos franceses y norteamericanos son constantes, ignora en todo momento a otros investigadores españoles como Arranz (1995), el cual se encontraba confeccionando su tesis doctoral desde 1985. Además, su principal carencia se centra en que su atención se centra sobre esta modalidad francesa del graffiti y olvida continuamente las particularidades del graffiti hip hop. No obstante el trabajo de Garí es el primero que cuenta con un rigor teórico que sirve de plataforma para ulteriores consideraciones del tema, en lo que respecta a su tratamiento de su faceta lingüística y discursiva. Asimismo contempla en su estudio diversos enfoques -que no disciplinas- entre los que destacan Calabrese, Lyotard, Baudrillard y Derrida. Su hábil manejo de estas teorías se muestran de sumo interés para la constitución de un verdadero enfoque multidisciplinar para el estudio de formas de expresión como el graffiti en todas sus supuestas vertientes.

Otra tesis doctoral se confeccionó en Madrid, por Angel Arranz (1995) titulada Graffiti en Madrid. Enero 1985 / Junio 1994. Fue dirigida por Mariano de Blas Ortega, del Departamento de Pintura de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. Arranz plantea a lo largo de su tesis un extenso estado de la cuestión, con un marco cronológico muy preciso y con el escenario - variado y rico - de la ciudad de madrid. Siguiendo de cerca los propósitos de Castleman (1982) el autor no plantea actitudes críticas ni de análisis cultural, inclinándose por una compilación extensiva de medios, materiales, formas de producción, recopilación de tags, registro fotográfico de obras, etc. Todo el trabajo constituye un instrumento de primerísimo orden a la hora de contemplar y considerar las condiciones generales de producción de los escritores de graffiti hip hop, variante a la cual Arranz presta mayor atención. Diversos apartados dan cuenta del desarrollo del graffiti hip hop en Madrid así como de las diferentes legislaciones que han surgido para intentar erradicar el graffiti. La tesis doctoral de Arranz constituye en este caso un continuo trabajo de campo, un compendio de una práctica expresiva cultural determinada que debe ser valorada en su justa medida y en su calidad de insustituible elemento de juicio para posteriores trabajos. Sin embargo, y a pesar de lo extenso del trabajo de Arranz, se echa a faltar elementos de crítica cultural así como de aplicación teórica de otras herramientas de estudio.

Cuando se redactan estas líneas todavía no he podido estudiar, por diversos factores ajenos a mi voluntad y que atañen a la deficiente capacidad de comunicación entre los diferentes investigadores de este país, la tesis doctoral de Ivana M. Nicola titulada Los Graffiti: Un saber alternativo, dirigida por Inmaculada Julián González, del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona (1996). Constituye esta tesis el único trabajo realizado desde un departamento de Historia del arte de una universidad española que he podido hallar. Su estudio no afecta al contenido de esta memoria de licenciatura por las razones citadas.

3. COMENTARIO AL TRABAJO DE CAMPO EN LA CIUDAD DE ZARAGOZA. (1995/1997).
3.1- Pautas previas de realización del trabajo de campo.
El trabajo de campo previo a la investigación se revela como uno de los principales instrumentos para la comprensión del fenómeno graffiti en cuanto sus resultados conforman la base esencial del estudio. La ausencia de un corpus específico y coherente de obras de graffiti que permitieran su análisis e interpretación resulta evidente para cualquier investigador del tema en cuestión. Existen abundantes registros fotográficos y videográficos realizados casi siempre sin ninguna sistematicidad, registrando de forma plana y sin comentarios concretos el hecho visual. Mucho menos se ha intentado siquiera la aproximación diacrónica a la obra global de un escritor de graffiti de calidad. Las obras aparecen así descontextualizadas y aisladas de las condiciones que propician su producción de sentido.

Desde el planteamiento de este estudio se tiene en consideración la necesidad de contactar personalmente con los artistas de graffiti para conocer de cerca las pautas culturales y de producción creativa de este colectivo. Su agrupación ofrece sin embargo un carácter discutible, mas bien resuelto sobre la base de la observación de la similitud de actividades y connivencia en el mismo espacio urbano que sobre datos derivados de entrevistas personales, ya que el hermetismo inicial con el que los autores reciben cualquier propuesta de observación acerca de la realización y desarrollo intelectual de sus obras resultaba demasiado frecuente. Sin embargo el contacto con determinados escritores de graffiti resulta esencial. Tras un primer momento la expectativa de auto promoción y difusión de sus obras supera sus temores iniciales y se deciden a ofrecer su ayuda y explicaciones como parte del estudio; todo ello a cambio del registro videográfico de sus obras, que se elaboran bajo el deseo expreso de elaborar con este material un reportaje sobre su actividad destinado exclusivamente a otros escritores de graffiti de otras ciudades. En ningún momento manifiestan sus nombres auténticos, que han perdido su validez en su entorno inmediato y en su red de relaciones de grupo. Un tag ha sido completamente asumido en la mayor parte de los casos, algo que indicaba a priori el carácter esencialmente críptico de sus obras.

3.2- Objetivos del trabajo de campo.
El primer objetivo de este trabajo de campo es la familiarización con los mecanismos de producción de los artistas de graffiti fue. Tras numerosas observaciones y explicaciones de los autores se llega a la constatación de las constantes básicas en la elaboración física de una pieza de graffiti. Los estilos, acabados y recursos son diversos y personales, aun cuando las fases de elaboración comparten las mismas características en todos los casos. Ha sido necesario acompañar en numerosas ocasiones a los escritores de graffiti en el momento de actuación, tanto sobre superficie de paredes como de vagones de ferrocarril. Incluso se ha producido la ocasión de constatar los riesgos físicos que provoca la condición ilegal del graffiti. En condiciones duras de iluminación, de ansiedad por el temor a ser descubiertos y perseguidos, estos muchachos han intentado aportar lo mejor de su creatividad y fijarla conscientemente sobre el medio elegido, cuyo recorrido en el caso de los trenes era perfectamente conocido para su posterior difusión y registro fotográfico. Los diferentes reseñas sobre actuaciones de escritores de graffiti se acompañan en el apartado de trabajo de campo. Con estas he intentado poner de relieve las pautas corrientes de agrupación, los criterios básicos por ellos tenidos en cuenta para la elección del lugar y de la modalidad de las piezas a realizar, es decir, a la hora de dar un contexto a sus obras en relación a otras posibles.

El segundo paso metodológico ha sido el de configurar los posibles esquemas organizativos de los lugares de concentración y producción de graffiti. Para ello fue indispensable el contacto directo con los organizadores de los certámenes y jornadas de graffiti. En ellos diferentes escritores de Zaragoza y de otras ciudades comparten el mismo escenario para crear un nuevo núcleo de graffiti en la ciudad. La colaboración de organismos públicos ha venido limitando a los contextos del barrio (Juntas de Distrito como la del barrio de San José) o al ámbito de alguna A.P.A. de centros de enseñanza de la zona. La colaboración institucional a más alto nivel ha sido y es en la actualidad inexistente. En estos certámenes he tenido la oportunidad poco frecuente de conversar y entrevistar a diversos escritores de graffiti de Zaragoza y otras provincias españolas. Sus opiniones, percepciones y expectativas se recogen parcialmente en este trabajo. Por otra parte he podido establecer contactos de tipo diverso con otras personas que participan de alguna manera en el hecho del graffiti contemporáneo; como por ejemplo vendedores de pintura, empresarios de la industria de elaboración de pintura en spray. A este respecto Jordi Rubio, de Pinturas Montana, fue entrevistado acerca del papel que sus productos desarrollaban en el desarrollo del graffiti en España. Quizás el dato más importante sea el de que este empresario fabrica ya casi en exclusiva para los escritores de graffiti, creando nuevos modelos de boquillas, nuevos formatos y colores a partir de sugerencias de los propios artistas de graffiti. El centro de venta más importante lo constituye un pequeño comercio en la avenida de S. Juan de la Peña, Decoraciones Ibor, que ha servido a su vez de ocasional centro de reunión para los escritores de graffiti de Zaragoza.

También me planteo como tercer objetivo el diseño de un modelo de ficha de adecuada clasificación formal de las diversas obras de graffiti. El registro de éstas resulta primordial por el carácter efímero de las obras. Éstas que reciben la agresión de los elementos climatológicos y sociales que las rodean y a las que no se les reconoce su categoría de forma artística o expresiva. A ello hay que sumar que los soportes usuales no son muebles ni la obra es separable de su entorno. Si, por ende, la misma comprensión de la pieza de graffiti depende de su contexto físico, difícil será separarla tanto del espacio público urbano como de su soporte y de su relación con las otras piezas de graffiti que la rodean. Por lo tanto estas fichas pretenden fijar unas referencias necesarias y concretas en el caso de cada obra de graffiti. Los datos de ubicación, fecha de realización, y ámbito de producción no son arbitrarias. Cada una de las fichas y de ls datos incluidos en ellas han sido formulados para ofrecer una visión comparativa de la obra con otras ya clasificadas y poder asentar las relaciones de similitud / disimilitud formales o de producción que pudieran darse. El registro de las obras de graffiti intenta paliar en lo posible las condiciones efímeras y mutables de las obras producidas, y convertirse así en uno de los instrumentos esenciales de estudio del historiador del arte en este campo, solventando de esta manera una carencia que importantes estudiosos del tema como Riout (1990: 6) y Chalfant (1987: 11) denuncian en sus trabajos.

Como elemento auxiliar de obligada consulta se han elaborado planos de distribución de las principales zonas de graffiti en la ciudad de Zaragoza y la densidad de la presencia de estas obras en cada una de ellas. En un vistazo preliminar apreciamos que las principales concentraciones se encuentran al norte de la ciudad y al este, en lo que se muestra claramente como la periferia respecto al centro urbano donde permanecen los centros de decisión económica. Este periferia es en la actualidad el anillo residencial para la población de extracción obrera. Los barrios de El Arrabal, Las Fuentes, San José o Valdefierro son las principales zonas de residencia obrera (los antiguos barrios dormitorio) y a la postre barrios de producción y concentración de graffiti. Esta coincidencia no es casual. El escritor de graffiti proviene casi exclusivamente de la clase obrera. Sus posibilidades de autoexpresión estética y de actuación sobre su entorno se desarrollan en el escenario de fondo de sus expectativas de promoción social a través del graffiti.

3.3- Trabajo de campo. Consideraciones acerca del espacio urbano.
El concepto barrio resulta de un interés obvio en esta consideración . El escritor de graffiti percibe su entorno urbano como una sucesión de espacios y de territorios imbricados (Casa, Calle, Barrio, Ciudad, Clase social) similar a los elementos delimitadores espaciales que pueden describirse para el análisis antropológico urbano de cualquier ciudad. No obstante hay que plantear la cuestión con una variante añadida: ¿Quién define el espacio del graffiti?. Evidentemente, la división oficial administrativa no tiene porqué coincidir con la percepción que la población de estos barrios posee de esos límites, y si consideramos el conjunto de clases de la localidad, cada una de éstas puede tener una noción espacial y humana del barrio propia y diferente. Para los escritores de graffiti el concepto de vecindad formal no se define por criterios como la parroquia o la agrupación escolar, sino por la procedencia social y física y, en menor medida, por la ubicación del ámbito de actuación.

La situación de los domicilios de los escritores tanto como las zonas donde ellos realizan sus actividades coinciden en buena medida con la distribución del graffiti dentro del espacio urbano. El ámbito de acción del escritor de graffiti está comprendido en un primer momento de su actividad dentro del marco del barrio donde reside. El deseo de la territorialidad nace en cada individuo desde los comienzos. Alterar la espacialidad circundante y hacerla a su propia semejanza gráfica parece ser el propósito inicial del escritor de graffiti, diríase que en un esfuerzo demiúrgico por modificar el mundo con el que por primera vez ha tomado contacto estético. El primer entorno en el que el joven escritor vive y desarrolla sus actividades es el de la calle y el de su barrio. Allí deja sus primeras señales. Nos encontramos de esta forma ante el momento que da fundamento a la teoría de representación cultural utilizada en este estudio. De esta forma la ubicación espacial del graffiti en la ciudad se abre inexorablemente a una lectura que es cronológica. El graffiti existe en las zonas que le permiten su desarrollo y persistencia durante cierto tiempo, de tal manera que la existencia en una misma zona de obras recientes y pasadas da muestra de forma constante a los escritores de su propio pasado estético y la evidencia de su evolución. En cierto modo la dinámica de acción del graffiti es autorreflexiva ya que ha de mirar continuamente en su propia historia.

La dimensión pública del escritor novel es relativa. Es conocido por sus vecinos y es parte para ellos del conjunto de la red social del barrio. Por otra parte, su actividad es pública (todos la ven) y sin embargo el uso del alias (su tag) produce un efecto de clandestinidad, confusión, alteridad y desdoblamiento. Como una doble piel, el alter-ego de alguien que es un chaval más del barrio acaba adquiriendo rasgos que lo convierten en una figura según con quién comparte el espacio urbano que le sirve de primer escenario. De esta forma se explican algunas invariantes temáticas en la obra de estos artistas, que casi siempre están relacionadas con la procedencia e identidad sociales.

La palabra del habla común, la que se produce en el contexto de la conversación vecinal, se ve convertida a través del graffiti en un lenguaje icónico, un texto visual nuevo que perturba y modifica las cualidades lingüísticas y sociales principales del espacio vecinal. Visualmente borra el anterior significado de esa zona de la ciudad, enmascara su aspecto externo y le confiere la esencia interna propia del graffiti Éste la presta a la ciudad un continuum de color y su cualidad de texto críptico dispuesto a modo de una multitud de discursos fragmentados aunque dispuestos en verdaderas sucesiones (los graffiti strips) a modo de desmesuradas tiras de comic fijadas en antiguos y vacíos muros o a lo largo de vagones de tren y que poco poseen en común con lo que Riout denomina como picturo-graffitis (RIOUT, 1990: 5). Aparece en el ciudadano la necesidad de pararse y mirar, se convierte en espectador y voyeur de un paisaje urbano modificado. El hecho de la observación en el paisaje urbano, que parecen ejercer sólo los jubilados ante las prisas del presente, se impone como un elemento esencail para la comprensión del espacio urbano de la misma manera que ocurre en otros contextos urbanos, señalados como depósitos de los mensajes objetuales de los que hablaba Maltesse (MALTESSE, 1972: 82). La ciudad se ha convertido en una gigantesca exposición de palabras e imágenes, un caudal de formas que alteran, quizás definitivamente y pese a su propio e innato efímero, el coloquio interno que mantiene la vecindad del barrio. Pero estas zonas de graffiti existen a su vez por una evidente razón práctica, la de servir de auténtico estudio de trabajo a los escritores. De esta forma, los escritores de graffiti encuentran en sus barrios de origen o en otros de similares características sociales y morfológicas amplias superficies y zonas poco o nada vigiladas y por lo general fuera del campo de visión de los vecinos, de curiosos e incluso de otros grupos de escritores de graffiti. Un lugar como Kaos Zone en el barrio de las Fuentes, iniciado por Roky, Risk y otros, puede servir de ejemplo claro por sus largos muros de hasta 500 metros en dirección únicamente hacia la línea del ferrocarril, sus amplias superficies desoladas, y la ciudad a sus espaldas que acaba bruscamente en los bloques de 10 pisos de la calle de Fray Luis Urbano. En zonas como esta y como La casa de los Pitufos, Arrabal, Bronx y otras, los escritores de graffiti ensayan nuevos recursos y técnicas, ejercitan su estilo y su capacidad de dominio de los escasos elementos de los que se sirven, allí experimentan nuevas composiciones formales y variantes estilísticas, generalmente con objetivos diferentes en cada caso. Unos proyectan mejorar su técnica para conseguir unas características idiosincráticas que les permitan seguir escribiendo o pintando sobre el soporte más a mano, otros objetivos son más comerciales, se intenta crear una técnica que distancie el graffiti contemporáneo de la creciente competencia en el campo del graffiti comercial. Algunos escritores consideran estas zonas como verdaderos centros de perfeccionamiento y tienen en realidad la vista puesta en el graffiti que harán sobre trenes, y que precisa de una alta dosis de sangre fría, que ha de ser realizarse generalmente en condiciones extremas y bajo el riesgo constante de ser descubierto e incluso detenido por las fuerzas del orden o los vigilantes privados de RENFE. Los motivos siempre difieren, pero la función de estas zonas de concentración de graffiti resulta evidente a la vista de una visión global del fenómeno y de sus pautas de funcionamiento y puesta en acción.

Su lugar de ubicación no es gratuita sino que depende en gran medida de la respuesta, aceptación o pasividad vecinal. Al ser generalmente zonas de tránsito rápido (Arrabal), descampados (Kaos Zone) o fábricas abandonadas (La Casa de los Pitufos) la respuesta de la población circundante suele ser débil o inexistente. Estas zonas sirven a su vez de lugar de reunión del grupo de escritores de graffiti. Si la escalera, la calle o el ascensor son los focos o mecanismos de relación intervecinal (MAIRAL, 1997: 76), es en la naturaleza del espacio urbano público, la calle (no una calle particular), donde los escritores de graffiti se reconocen entre sí. Ven pasar a otros pintores, los ven pintar, los ven reunirse y compartir espacios bien delimitados de la ciudad. El escritor de graffiti Smog describe así cómo reconoce a otro escritor:

Cuando vas en tren y ves a un tío con pinta de ser escritor te preguntas quién puede ser. Haces algún gesto, como escribir algo con el dedo en la pared del vagón. Si se ha fijado, seguramente te responda de alguna forma rara. Te enseña un rotulador o un tape de un bote de pintura. Te acercas y le preguntas. Siempre dan el cante en los trenes por la mochila manchada de pintura y el ruido de los mezcladores.
Pronto la asociación puede tener lugar y surgen los grupos (crews). Su formación traspasa el concepto de barrio, aunque éste puede resultar el marco idóneo primigenio en los comienzos de su carrera. Podemos observar en el mapa de centros de reunión y domicilios de escritores de graffiti cómo estos últimos, incluso en el caso de los miembros de un mismo grupo, están muy distanciados en el espacio entre sí. El origen de su asociación no se ve determinado por el ámbito de la vecindad, sino por el de la actividad que les une. Al medrar en ella, cada escritor ha ido saliendo por sus propios medios de su entorno inmediato de barrio, creando o participando de las diferentes zonas de graffiti de la ciudad. Estas se han formado por la acumulación de actuaciones, facilitada por ciertas circunstancias específicas, como la disposición de amplios muros, falta de vigilancia policial, ausencia de presión vecinal, etc. En estas zonas y en esta morfología urbana el escritor ha podido reconocer a los suyos, a otros escritores con las mismas o similares expectativas y modalidades de acción en el paisaje urbano.

De esta forma los límites físicos del barrio no sólo no son sobresalientes o relevantes para la percepción urbana del escritor de graffiti ya formado - cuyas formas de autorrepresentación realizadas hacia otros miembros de su comunidad siempre dejan clara su procedencia - sino que el mismo concepto de barrio deja de ser apropiado a la hora de considerar la vivencia urbana del escritor de graffiti en su plenitud (sí lo era en las fases iniciales de formación del escritor de graffiti, como ya he apuntado). Aun así el contexto urbano impone inevitablemente condicionantes. En este caso la función primordial de los ámbitos espaciales parece ser la de componer y enmarcar criterios básicos de autorrepresentación e identidad simultáneos, como elementos separados pero inmersos en los mecanismos de red que implica la ciudad como aglomeración humana.

Un escritor posee relaciones amplias más allá de su barrio de origen, generalmente con otros escritores de graffiti, Disc Jockeys y personas relacionadas con la cultura hiphop. Pese a cierto internacionalismo que todos ellos pregonan, todos concretan su procedencia urbana y a mostrarse orgullosos de ella. Intentarán hacerse pasar por el escritor más representativo de su ciudad. Se intenta que la comunidad aparezca como una entidad sin fronteras, mientras por el contrario cada individuo señala su territorio inicial.

4- ENFOQUE DE LA INVESTIGACIÓN: EL GRAFFITI CONTEMPORÁNEO COMO EXPRESIÓN CREATIVA Y COMO REPRESENTACIÓN CULTURAL.
Uno de los propósitos del presente estudio estriba precisamente en indicar, o sugerir si se quiere, una pauta de estudio y análisis de las culturas urbanas contemporáneas desde una perspectiva que evite caer en la discusión sobre los diversos criterios de artisticidad que han sido y son corrientes en la disciplina de Historia del Arte. Por contraposición a un debate sobre si el objeto estudiado es o no compatible con aquellos criterios, debate que considero estéril, propongo la formulación de un enfoque multidisciplinar dirigido al análisis y la explicación del fenómeno graffiti. Centrar la discusión sobre la disyuntiva acerca de si tal o cual obra es o no artística es infructuoso por cuanto descansa sobre la premisa de la definición misma del objeto artístico, que es difusa y ambigua. A ello hay que sumarle que la consideración de los procesos que llevan a la producción física de la obra de arte o bien son poco estudiados, o bien son sistemáticamente descontextualizados de su tiempo y de su sociedad, si nos ceñimos tan solo al debate sobre artisticidad.

Preferimos la perspectiva que en el seno de la Historia Social y de la Sociología Histórica han desarrollado autores como Ronald Fraser (1993) y Roger Chartier (1988) pues se mostraba particularmente adecuada para este proyecto. La obra de Chartier gira en torno a la cuestión de las prácticas culturales como formas de autorrepresentación de los individuos y de los grupos en sus contextos sociales. En este aspecto su enfoque posee una relación estrecha con la de otros investigadores, sobre todo con la de los antropólogos urbanos que tienen en cuenta en la elaboración de sus trabajos de campo dentro de los ámbitos urbanos el importantísimo papel que tienen las producciones culturales y creativas de los grupos que a través de ellos se manifiestan como entidades sociales capaces de autoexpresión constante en un lenguaje dirigido a afirmar el concepto de identidad que les aglutina. Chartier (1991) posee una acepción amplia de las formas del lenguaje e incluye en éstas los códigos de imágenes como lenguajes icónicos y prácticas culturales en su sentido más amplio. Estas formas tienen un sentido social no siempre explicable y que en muchas ocasiones es estratégicamente encubierto por medio de diversos recursos:

En primer lugar, los dispositivos formales -textuales o materiales- inscriben en sus propias estructuras las expectativas y competencias del público al que se dirigen, por consiguiente se organizan a partir de una representación de su diferenciación en lo social. Por otra parte, las obras y los objetos producen su área social de recepción más que son producidos por unas divisiones cristalizadas y previas. (CHARTIER, 1991: 170-171)
La perspectiva de este estudio parte de una intuición previa acerca de la forma de expresión denominada como graffiti. Su carácter y su contexto situado en el marco de la cultura hip hop la hacen susceptible de ser incluida en esa caja de Pandora que se ha dado en llamar cultura popular. Sin embargo la consideración de cultura popular en nuestros días es perfectamente discutible, y a este respecto la teoría de las representaciones de Chartier proporciona un atisbo de claridad entre tantos conceptos equívocos. La consideración de la cultura del hip hop y la del graffiti no entraba en ningún momento a dar una caracterización adecuada de la llamada cultura popular. La cuestión en torno al carácter representativo de estas nuevas culturas urbanas es compleja. Los trabajos de Raymond Williams en Writing a Society (1984) definen, dentro del enfoque general del materialismo cultural, el concepto de práctica cultural de forma bien diferente a como se venía haciendo hasta entonces. Williams subraya la importancia de las relaciones y luchas culturales en las diferentes formas de producción cultural y muestra hasta qué punto son decisivas las relaciones de producción entre los diversos agentes sociales para entender la naturaleza de lo que llamamos cultura. La cultura del graffiti es popular en el sentido de que a la gente perteneciente al contexto donde se desarrolla le gusta hacerlo. Esa acepción de la palabra, sin embargo, convierte en popular al conjunto de las diferentes culturas sociales, independientemente del grupo que las genera.

Si la noción de cultura popular pierde sentido ante este argumento, la teoría de las representaciones a través de las prácticas culturales gana importancia. La noción de práctica cultural se remonta más atrás y procede del campo de la sociología, ya que fue acuñada y formulada por Marcel Mauss (1967) y Emile Durkheim (1961) durante los años sesenta. Posteriormente este concepto ha sido desarrollado y se asocia a la parte esencial de los procesos de socialización y desarrollo de las pautas individuales y grupales de comportamiento dentro de la sociología de Peter Berger y Thomas Luckmann (1991). Ésta idea rompe en su época el estatismo característico de los estudios sociales anteriores para proporcionar nuevos enfoques de investigación. Su lectura propicia la nueva visión del hecho cultural que nos ocupa en particular: Nos permite ver que la homogeneidad formal del graffiti es sólo aparente. Sus autores eligen de forma consciente unos mecanismos de expresión determinados que proporcionan a sus obras constantes estéticas que les son peculiares. La problemática de la definición de la identidad social como resultado de una relación de fuerzas entre representaciones sociales se muestra como esencial ala hora de explicar esta elección del graffiti como medio expresivo. Para entender la génesis y necesidad de este arte es necesario aislar a priori las pautas culturales, las expectativas y aspiraciones así como el proceso de socialización de los artistas de graffiti, cuya cultura y arte son constructoras de su identidad. Una vez introducido en el medio de la comunidad del graffiti las constantes de identidad se agudizan y el autorreconocimiento como miembro del grupo es el factor más gratificante para el escritor de graffiti.

Los esquemas de representación del universo presentes en el graffiti son en cierta medida los indicadores de la percepción que el artista posee de la sociedad y del mundo. Francastel (1972) habla de la importancia de estos nuevos esquemas de representación, que se incorporan en los cambios artísticos y expresivos. Si para Francastel (1972: 139-140) el Renacimiento es un estadio primitivo de la cultura urbana, en el que estos nuevos esquemas están todavía por desarrollar, en las nuevas culturas aparece la expresión de una percepción diferente de la sociedad y la consideración de su producción cultural como referente de una comunidad y de su posición espacial (física y social) peculiar. Existiría, como vuelven a señalar Berger y Luckmann (1991), una construcción social de la realidad. Esta perspectiva del hecho cultural urbano dirige su atención hacia los efectos homogeneizadores de la cultura urbana y elabora el análisis a través de la estructuración de la sociedad. Por otra parte los análisis de las constantes vivenciales y de las prácticas culturales cotidianas tienen en el trabajo de investigadores como John Rule (1990) y E. P. Thompson (1984) unos exponentes de primer orden. El primero desarrolla su trabajo en el ámbito de la vida obrera en la Inglaterra contemporánea a partir de una obra literaria, la novela Saturday night, Sunday morning (SILLITOE, 1958). Este libro es un relato de ficción, pero el carácter ideológico y social de la obra de Sillitoe, antiguo obrero metalúrgico, ha indicado a Rule (1990: 5) el camino a seguir, demostrando así el interés práctico del arte literario en su dimensión ideológica: La narración constituye una autorrepresentación desde y dentro del mundo, en el contexto social en el que el proletariado inglés de los años sesenta se encontraba inscrito. El historiador se encuentra así cara a cara con el hecho artístico y su análisis le proporciona constancia de la expresión de todas las experiencias del sujeto creador. En la novela el protagonista, Arthur, describe las rutinas del trabajo, las aficiones y gustos de la población obrera, su hábitos de consumo, sus costumbres de fiesta y sobre todo una consideración diferente del tiempo, basada en las pautas fijadas por el trabajo y el descanso:

A menudo había oído decir que el viernes era un día negro y se preguntaba por qué. Después de todo el viernes era un día de paga, era un buen día. Sería más apropiado llamar negro al lunes. El negro lunes. Tendría más sentido, sobre todo cuando te estallaba la cabeza debido a la bebida, tenías irritada la garganta de cantar, los ojos empañados de ver demasiadas películas o de estar demasiado tiempo frente al televisor y te sentías deprimido y desgraciado porque el gran calvario empezaba otra vez. (SILLITOE, 1958: 17-18)
Los estudios de Rule (1990) y Marwick (1990) metodológicamente consideran la obra artística como uno de los elementos esenciales a la hora de comprender y estudiar las dinámicas históricas de clase en las sociedades contemporáneas. En su teoría, la creatividad y la expresión proceden de unas prácticas culturales de representación en la sociedad. La comprensión de estos aspectos es recíproca y permite a su vez entender la génesis y naturaleza de los procesos creativos de una forma interconectada con los demás factores que le prestan contexto.

En definitiva esta perspectiva muestra el camino a seguir por cuanto exige establecer pautas determinadas para la comprensión de cómo un determinado proceso estético permanece ligado por su historia y su misma naturaleza a una sociedad. Sin embargo sería contraproducente tanto el detenerse en la mera explicación sociológica a la hora de la interpretación y análisis del hecho creativo como el pretender que se puede analizar una sociedad a partir de ciertos elementos artísticos o creativos que en ella se generan. Por el contrario, mi posición respecto a esta cuestión estriba en la comprensión de las expresiones creativas de las culturas urbanas emergentes a la luz de sus condicionantes sociales, económicas y políticas, de las que es producto inseparable. Sin embargo se puede concluir, a la vista del trabajo realizado, que condiciones generales similares no generan pautas de creación similares a su vez. La supuesta homogeneidad estética del graffiti a escala internacional es tan sólo aparente para el espectador no avisado. La variedad y la individualidad son, como comprobaremos, los factores más sobresalientes del graffiti contemporáneo.

Como en cualquier manifestación cultural los individuos son los elementos agentes de conformación y catalización de los factores políticos, económicos y sociales. Sus prácticas y sus representaciones parten de la misma base individual y se desarrollan en direcciones múltiples. La posición de Arnold Hauser (1962) al respecto me parece de una lucidez admirable, aunque a la vez admito que pueda adolecer de cierto desconocimiento acerca de los significados que los procesos sociales contemporáneos pueden poseer y que las ciencias sociales y los historiadores sociales han analizado en profundidad en fechas posteriores a la publicación de sus trabajos. La importancia del factor individual puede ser relativamente mensurable a través de trabajos de campo especialmente adecuados en este caso que se trata de las culturas contemporáneas urbanas, donde los autores permanecen al alcance del investigador. Del contacto con el individuo surge el conocimiento de que la intervención particular de la inventiva y de la técnica del autor es decisiva en
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9.2- Configuración de las zonas de graffiti.
En todo momento el soporte elegido para una pieza de graffiti debe poseer unas condiciones consideradas como imprescindibles para que éste desarrolle la mayor parte posible de su potencial expresivo. Muy a menudo los graffiti son producidos en zonas muy delimitadas, en diferentes puntos de la ciudad distantes entre sí y, por lo general, situados en las afueras, en los límites de expansión del espacio de las grandes ciudades.

Estos focos de concentración de graffiti reúnen ciertas características susceptibles de ser apreciadas en función de su capacidad exhibitoria de cara a ese mismo espacio público urbano, así como de la misma capacidad de esa zona para dar cobijo al mayor número de piezas de graffiti posible, a su capacidad física para ofrecer soportes adecuados. Estas características generales de las zonas de graffiti serían las siguientes:

- Alta visibilidad. Espacio público en el seno de la ciudad muy expuesto a la vista de cualquier ciudadano.


- Abundancia de tráfico rodado. Zonas igualmente expuestas, pero en este caso a espectadores móviles (vías rápidas, autopistas, pasos de ferrocarril, zonas próximas a estaciones de tren, etc.).


- Relativa abundancia de muros aislados, paredes de edificios libres de uso común, de escasa vigilancia y que permitan la continuidad de creación de obras en el tiempo y la contigüidad de éstas en el espacio.


- Accesibilidad física.
Podemos así caracterizar la zona típica de graffiti a partir de ciertos rasgos mínimos. En ningún momento podríamos hablar de barrios o de zonas amplias de la ciudad. Los focos de graffiti están bastante bien delimitados y suelen poseer una extensión física reducida, en el mejor de los casos de ochenta a cien piezas.

Las zonas de graffiti permiten la continuidad espacial de sus piezas, es decir, ofrece el debido soporte para la ubicación continuada de varias piezas en una secuencia casi ininterrumpida, visible para el público urbano, situado en una zona de alta visibilidad en la que los escritores de graffiti actúan regularmente. De esta forma la fisionomía del foco de graffiti varía de una semana a otra cuando varias nuevas son realizadas sobre otras (pasadas) aprovechando ese soporte parasitado y nunca concedido, privilegiado y difícil de encontrar. Se asume comúnmente la efimeridad de la propia obra, a no ser que exista un deseo explícito de provocación pública de un escritor a otro.

De acuerdo a las características mencionadas podemos discernir diversas zonas de graffiti en Zaragoza (PLANO 1, Aptdo Gráfico). La interrelación existente entre los diversos focos de graffiti resulta una cuestión novedosa y problemática por la implicaciones semióticas de producción de significados que conlleva.

No podemos asegurar una dirección única, esto es, una planificación exacta del desarrollo territorial de las zonas de graffiti. Sin embargo, estas se disponen a lo largo de una suerte de anillo exterior que rodea el núcleo urbano, produciendo su consabido efecto periférico en el observador de las zonas de graffiti. La localización de estos focos posee una causalidad precisa. La comunidad de escritores de graffiti utiliza zonas con unas propiedades de exhibición o de secretismo en el mismo y heterogéneo espacio público urbano.

Sin embargo podemos observar que existen a su vez zonas de graffiti que no comparten una o varias de estas supuestas constantes. La explicación viene determinada por la funcionalidad de cada zona de graffiti, en la que intervienen diversos factores relacionados con la propia dinámica del grupo en cada una de ellas. De esta forma nos encontramos con zonas de graffiti relativamente escondidas de la mirada del no iniciado, recónditas en el reparto de sus piezas y en su escasa capacidad exhibitoria. Hay que conocerlas expresamente para poder acceder a ellas.

Podemos observar que la morfología de las diferentes zonas de graffiti varían según cual sea su funcionalidad exacta en el contexto de una auténtica red operativa de focos o zonas. Al cambiar las exigencias planteadas a la zona - teniendo en cuenta sus características físicas - cambian las formas de producción y la naturaleza formal y semiótica de las piezas allí realizadas. El interior de fábricas abandonadas (Casa de los Pitufos), túneles ferroviarios (Almozara), paredes de callejones sin salida , etc., se convierten en centros de frecuentes reuniones de escritores de graffiti. Representan auténticos focos de producción de graffiti, pero su función dentro del proceso de producción cultural de esta forma de expresión varía de un caso a otro, como veremos.

9.3- Diferentes funciones de las zonas de graffiti.
La funcionalidad es el factor que señala el verdadero papel multifacético de las zonas de graffiti. La red de focos se conforma como un espacio urbano integral, intercomunicado y visitado asiduamente. Es un espacio apropiado, enajenado de lo público y puesto al servicio de la comunidad de artistas de graffiti. En su seno el anonimato público se diluye y las identidades elegidas y expresadas a través del tag se afirman de forma decisiva. La identidad del escritor y del grupo cobra su auténtica y deseada apariencia en su comunicación, simultánea o diferida, con el resto de la comunidad grupal. Desde este punto de vista la zona de graffiti representa el nodo esencial de relación en el seno de las redes sociales y de producción creativa de los escritores de graffiti. De esta forma la zona de graffiti actúa como escenario de los procesos dialógicos, formativos y de aprendizaje, de renovación e intercambio entre los escritores de graffiti.

En los focos de graffiti el discurso mural se establece sin trabas, sin marcos físicos impuestos más allá de las meras limitaciones el soporte. Es en este ámbito de la producción del graffiti hip hop en sus zonas donde la tesis de Joan Garí acerca de la exclusividad dialógica de los graffiti textuales de modelo europeo o francés (GARÍ, 1995: 245) resulta fallida. El contenido discursivo-dialógico en el contexto de los focos de graffiti no es puramente textual ni es reducible a la simple lectura literal de los tags. Los diferentes estilos, técnicas, texturas, etc., constituyen el contenido semiótico de idiolectos artísticos conocidos y reconocibles en la comunidad de graffiti, aceptados y debatidos a lo largo de la producción en el tiempo. El aspecto dialógico del foco se revela así como el principal factor en el desarrollo de sus funciones básicas, generalmente diferentes en cada caso. Un carácter dialógico de cara al resto del espacio público urbano, de diálogo con el resto de la sociedad (caso de la zona de Arrabal), pero también de diálogo y comunicación internos, debate de formas y significados, de relaciones personales y de la misma vivencia urbana (como en las zonas de los túneles de tren de Almozara o la de Casa de los Pitufos). Características que nos permiten apreciar la división funcional de facto de las zonas de graffiti, zonas que se nos muestran como un conjunto espacial urbano fragmentado y heterogéneo.

Los intereses expresivos de la comunidad de escritores de graffiti es variada y la morfología de las zonas donde se suele situar cambia en función de esas necesiadades expresivas y de grupo. Su producción se realiza en diferentes espacios y momentos que entrañan a su vez diferentes factores pragmáticos en lo que atañe a una posterior interpretación. Podemos considerar, a la luz de esta teoría, que la interrelación entre los diferentes focos de graffiti de una misma ciudad conforma una entidad de producción artística dialógica que comporta un desarrollo cultural muy evolucionado, propio de una forma de arte que ha evolucionado continuadamente en el espacio público urbano, que representa su único soporte y escenario. Esta red de zonas de producción y relación suple con creces las carencias infraestructurales de la comunidad (locales, centros de estudio, etc.). esta misma capacidad de desarrollo supone un importante proceso dialógico diferido a partir del discurso verbo-icónico producido, sin parangón con cualquier otra forma artística.

La lectura sistemática y programada (teniendo en cuenta sus múltiples significados y funciones) de los focos de graffiti nos ofrece un discurso que conforma un cuerpo semiótico orgánico, funcional (en cuanto responde de forma efectiva a las demandas de sus artífices) y coherente en sí mismo, como base previa a su voluntad dialógica y de autorrepresentación. La producción total de sentido por la globalidad de las zonas de graffiti de una ciudad resulta similar, sin embargo, para cada pieza por separado. La efimeridad generalizada no afecta demasiado al conjunto expresivo ni al discurso global. El escritor asume esta transitoriedad como parte inherente de sus sistema de producción. Su expresión cambia en el tiempo y muy probablemente consideraría como desfasadas y obsoletas sus antiguas obras si éstas perduraran en el tiempo. De la misma forma, la desaparición de una zona entera de graffiti a causa de la actuación de las excavadoras tampoco afecta decisivamente al conjunto.

Cada pieza de graffiti posee en esencia rasgos personales de cada escritor y elementos aparentemente comunes al discurso global del graffiti hip hop. Este uso de recursos convencionales en mayor o menor medida, su relación dialógica con otras piezas y otros factores comunes parecen mostrar la evidencia de la relación cultural, discursiva y semiótica de la producción de graffiti. La original ambigüedad genérica del graffiti, el uso que hace de espacios urbanos que en ningún momento fueron pensados para esa posibilidad y su distorsión y transformación de los contenidos semióticos publicitados socialmente aceptados y de su presencia en ese mismo espacio urbano proporciona al estudio de las zonas de graffiti una importancia singular que no debe ser menospreciada en futuros estudios de urbanismo y de actuación cultural en el medio urbano.

10- EL GRAFFITI SOBRE LOS TRENES.
10.1- El concepto de movilidad en el graffiti.
Una sencilla perspectiva de observación del graffiti nos indica inmediatamente la dicotomía que en éste existe si consideramos el soporte sobre el que el escritor realiza su obra. Si por un lado los muros de diferentes zonas del paisaje urbano son utilizados para este fin deberíamos recordar que el fenómeno del graffiti en su origen no contemplaba esta posibilidad. El graffiti urbano contemporáneo, como veremos más adelante con detalle, fijó su interés inicial en un soporte exclusivamente, el que ofrecían los laterales de los vagones del metropolitano de New York. De este modo ofrecía a sus propias representaciones icónico-textuales la posibilidad de librarles de la sujeción a un medio fijo, conjugando de este modo diferentes factores aparentemente extra artísticos, como movilidad (tengamos en cuenta su importancia en un medio urbano fuertemente fragmentado en su espacio social, lo que se reflejaba en la existencia de numerosas bandas callejeras con sus respectivos territorios), ilegalidad, efimeridad (estas obras eran eliminadas por los servicios de limpieza a los pocos días de realizarse) y contestación política. Las condiciones que este medio imponía a los escritores de graffiti dejaron su impronta definitivamente en la posterior maduración de esta forma de expresión artística, imponiendo desde el principio una estética y un lenguaje peculiares formados en la práctica constante.

El arte del spray evolucionó sobre los costados de los trenes. Se trasladó a las grandes superficies fijas de los muros de la gran ciudad solo para estar más seguro, pero indudablemente el graffiti nunca pudo haber nacido en un medio inmóvil. En cada ciudad donde existen escritores de graffiti, éstos poseen una atracción mistificadora hacia los trenes, los grandes gusanos de metal, que en la ciudad circulan por las arterias de la gran bestia. El drama se desarrolla en medio de grandes ruedas de acero, cables de alto voltaje y monstruosas máquinas, oscuros túneles donde los escritores sortean el peligro para realizar el arte en el que creen. Los trenes son la arena donde el escritor se prueba a sí mismo, y es esta aventura la que llama la atención de los demás. (CHALFANT / PRIGOFF, 1987: 8)
La asociación del factor cinético, del soporte o del observador, a la observación óptima de la pieza de graffiti está presente en cada momento de la planificación anterior a la realización. La mayor parte de los focos de graffiti con mayor capacidad exhibitoria se sitúan en zonas de tráfico rodado rápido. El caso de los platas resulta significativo: la elección de los colores y el diseño global de la pieza carece de sentido si no está colocada a la vista desde una vía de comunicación rápida como una autopista o un paso de ferrocarril, desde la cual la iluminación nocturna de los vehículos le proporcionan un aspecto fantasmal y efímero, un reflejo de luz con la imagen de un tag que apenas es visible durante un par de segundos. Se consigue así un tipo de expresión cinética asociada al movimiento implícito del espectador en la que este mismo cinetismo convierte la obra en un tipo visualmente efímero, comparable en sus categorías visuales al spot televisivo. La relación del factor cinético en la observación del graffiti estaba ya presente en la estética del cartel y en las técnicas publicitarias en el espacio público urbano. El graffiti en las grandes vías de comunicación se dispone a su vez en estructuras aparentemente fragmentadas que, sin conocimiento previo de las condiciones de producción, resultan engañosas. El graffiti asume las formas estructurales de los medios de publicidad y comunicación modernos. La protonarratividad se presenta evidente en muchos focos de graffiti al igual que en ciertos grupos de carteles. La impresión causada por el mensaje efímero e irreflexivo del spot televisivo también es tenida en cuenta. Se puede decir que, a un nivel estructural, el graffiti articula en sí mismo diferentes elementos de exposición, observación y composición que le son propios y en los que el factor cinético posee una importancia vital. A este respecto, y siempre refiriéndose al cartel, Román Gubern comenta:

La exigencia de una lectura rápida, por parte del destinatario en movimiento, atenta obviamente contra la complejidad del mensaje o la densidad de su información. Su lectura se efectúa por lo general con la mirada en desplazamiento de los peatones o conductores y ocupantes d los vehículos, {Ö}. Por consiguiente, aunque el cartel contenga una imagen fija sobre una pared inmóvil, el desplazamiento por parte del peatón o del automovilista la convierte en una imagen furtiva, parangonable a la del spot televisivo. A ello debe añadirse que en algunas formas de cartelismo existe ya una protonarratividad, con formas protonarrativas que son expresión del devenir, con o sin secuencia de pictogramas consecutivos. (GUBERN, 92: 204)
De esta forma el graffiti es también observado a causa de su situación por un público ideal que es efímero, creándose de esta forma un elemento expresivo que se asocia por su mismo recorrido visual a los que permanecen contiguos a este. Cada pieza posee una relación directamente establecida de antemano con las contiguas, desarrollando una relación manifiesta de montaje. El movimiento asociado a la observación (ya esté presente en la misma pieza de graffiti o en el observador) modifica los resultados de la percepción del espectador de forma comparable a lo que ocurre en el cine, donde la exposición de 24 fotogramas por segundo provoca la sensación de cinetismo real. Es decir, la presencia de condiciones óptimas de observación (la sala oscura y el proyector en el cine, el movimiento y la dirección adecuadas en el graffiti) implican el desarrollo del potencial expresivo de estas formas artísticas. El movimiento proporciona diversos factores enriquecedores de la percepción:

- Efimeridad del mensaje, brevedad en el tiempo de observación, que provoca la apelación a una impresión subconsciente en el observador. Es el efecto de impacto visual, dado por la elección compositiva, cromática y de emplazamiento.


- Idea de montaje entre diversas piezas de graffiti, es decir, la relación expresada a través de su yuxtaposición. Existen diversos recursos gráficos de relación entre piezas. Estos nexos o elementos comunes se encargan de hilvanar las diferentes piezas entre sí con una intención manifiesta de montaje, implicando una producción de sentido que se enriquece y multiplica. Este aspecto, que será estudiado a fondo en fases posteriores de este estudio, permite calificar al graffiti de expresión narrativa y poseedora de una retórica discursiva de montaje que abunda en la metáfora pictórica mediante la yuxtaposición de elementos disimilares.


- Acentuación del valor expresivo y de presencia en el espacio urbano por encima del mero juicio técnico o estético de cada obra por separado.
Podemos afirmar que el observador móvil es el espectador ideal de la mayor parte de las piezas de graffiti. En el caso del graffiti sobre trenes, heredero directo del graffiti neoyorquino sobre el metro, el movimiento está presente en las mismas piezas de graffiti. Las funciones de este cinetismo, buscado hasta la obsesión, son múltiples, combinando este movimiento ficcional de carácter metonímico que representa el montaje con el mero movimiento físico de la obra. La usurpación del espacio dedicado a la publicidad convencional en el que los mismos colores de la compañía que gestiona el metro o el tren son a su vez considerados como tal, el graffiti se dispone así sobre un soporte móvil que traslada a las piezas a otras zonas de la ciudad y, sobre todo, a otras ciudades. En este caso la función de exhibición pura es la dominante.

10.2- El concepto de ilegalidad en el graffiti sobre trenes.
El graffiti posee desde su inicio un alto componente de activismo. Un activismo difícil de clasificar, rayano en lo antisocial. La explicitación del nombre no representa sino una faceta de entre muchas en el graffiti hip hop. Para autores como Joan Garí (1995: 204) no existe sin embargo mayores implicaciones en esta tipo de graffiti americano. Sin embargo, ya hemos visto que tanto el bagaje técnico como la planificación de las condiciones de observación de los que suelen hacer gala los escritores de graffiti conducen generalmente a estos a la elección de soportes móviles, visibles por el mayor número de personas posible. El ferrocarril, del mismo modo que el metropolitano, ofrece un elemento expositivo y cinético de primer orden. Un escritor militante, activo en el seno del grupo, intentará dejar su nombre sobre todos los vagones de tren que pueda, en condiciones radicalmente diferentes al graffiti mural. Pintar sobre pared es un ejercicio de estilo, un soporte rodeado de tranquilas circunstancias de trabajo que le permite experimentar con técnicas, comentar aspectos del graffiti con otros escritores mientras trabajan, ensayar nuevos diseños, etc. Todo esto no existe en el graffiti sobre trenes. Se pinta en el interior de estaciones y cocheras, eludiendo como se puede al personal de servicio y de vigilancia. Resulta usual el salir corriendo dejando las piezas sin acabar al ser sorprendido por los servicios de seguridad. La calidad del estilo se resiente de todo este cúmulo de circunstancias adversas, plenamente asumidas por otra parte. Pero este aspecto de la obra no es lo más importante en un primer momento. Un escritor de trenes intenta darse a conocer lo más rápidamente posible. Tras un lapso de actividad constante por lo general se plantean la cuestión de la necesidad de mayor calidad, como veremos más adelante.

10.3- Formas de producción del graffiti sobre trenes.
La escritura de graffiti sobre trenes posee sus propias características estilísticas y caracteriológicas, asi como una terminología creada a partir de la práctica sobre las mismas bases que los demás géneros de graffiti.

La mayor parte de estos graffiti se realizan de noche en cualquier cochera o estación ferroviaria. Para acceder a ellas los escritores han de escalar muros, saltar alambradas y verjas y esconderse durante horas para no ser vistos, esperando el momento propicio de menor vigilancia. Los trenes son elegidos en función de su posición en el emplazamiento, su futuro recorrido y el impacto que la visión del tren pintado tendrá en otros escritores que puedan verlo. Por descontado, pintar sobre un vagón de carga carece de mérito, tanto por su abundancia como por su falta de vigilancia. Muchos escritores memorizan perfectamente las posiciones y horarios de los trenes y de sus servicios, sus paradas y aparcamientos de reparación y descanso. La elaboración de una pieza puede llevar de 45 a 90 minutos, si bien en algunas ocasiones favorables se toman más tiempo, especialmente cuando la obra planificada comprende la totalidad de un vagón, el denominado whole car. Se planea meticulosamente la parte que a cada escritor le corresponde para pintar, su posición y relación con las demás piezas. Existen diferentes tipos de vagón de tren, cada uno de ellos con características especiales para los escritores de graffiti. Un naranja es un tipo de vagón de este color, utilizado actualmente en trayectos de corto recorrido. Son apreciados por su creciente rareza y el efecto de su color base. Un camello (Fotos 20 y 21) es un tipo de tren interprovincial muy codiciado entre los escritores. Cuanto más moderno es un tren, más buscado será. El cercanías (Foto 22 y 23) de dos pisos no circula en nuestra región, pero algunos escritores de Zaragoza han pintado sobre ellos en Barcelona. Las crew intentan ser lo más prolíficas posible en este tipo de acciones en las que , como decía antes, el riesgo y la transgresión de las fronteras legales cargan el ejercicio de la escritura de graffiti con el significado de lo proscrito socialmente. Además, esta es una actividad ya muy extendidas por toda Europa. Libros y revistas como Game Over de Barcelona o Wanted de Madrid difunden el tema a gran escala entre iniciados y profanos. Existe una gran intercomunicación entre las comunidades de diferentes países mediante el correo convencional y el electrónico vía Internet. Por estos medios los escritores y aficionados se pasan entre sí preciadas fotografías de las últimas y más audaces obras realizadas. En definitiva, las acciones de los escritores sobre trenes representan una importantísima variante dentro de esta expresión artística que es el graffiti, goza de características que le son propias a la par que introduce elementos extremadamentes novedosos en las constantes de la producción artística contemporánea.

La terminología usada generalmente es similar a la ya reseñada. Se han acuñado algunos términos nuevos, atendiendo especialmente al porcentaje de la superficie del vagón que ha sido ocupada por la acción:

Whole Car: En este tipo el graffiti ocupa la totalidad de la superficie del vagón por los dos lados y en sus cabeceras. Éste mide unos 16 mt. de largo por unos 3´5 de alto. Suelen ser realizados por grupos trabajando al unísono. La planificación debe ser exacta si se quiere un trabajo rápido y conjuntado. El diseño de bocetos en este caso es ineludible. Son ocasiones especiales que precisan grandes cantidades de pintura. La obra suele constar, por orden de importancia, de un título general, de los nombres de los escritores en piezas dentro de la composición general y de las firmas simples, individuales y del grupo, y dedicatorias. Un buen Whole Car resume por lo general toda la experiencia y técnica de un escritor. Este, por su parte, se esmera al máximo a sabiendas de que su prestigio está en juego. Para pintar la parte superior debe colgarse de una sola mano por asas y saledizos existentes en la estructura del vagón y pintar al mismo tiempo. Por otro laado, la abundancia de espacio para pintar obliga a los escritores a buscar nuevos motivos. Es por ello que los Whole Cars suelen incluir los graffiti más variopintos y originales.

End to End / E to E: Así se denomina a los graffiti que ocupan toda la superficie de un vagón, pero sólo por un lado. Muchas veces están realizados por parejas de escritores, la forma de agrupación más usual en este tipo de acciones. (Foto)

Top to Bottom: En este caso las piezas son realizadas ocupando todo el espacio en vertical del vagón. Puede tratarse de una única pieza hecha por un sólo escritor.

10.4- El graffiti y su soporte móvil. Erradicación y represión.
Las conclusiones a las que podemos llegar al final de este apartado revelan que las condiciones de producción del graffiti sobre trenes posee connotaciones interdisciplinares de distinto orden. La diferencia esencial estriba en la cualidad ilegal de su producción. El graffiti, sea de la modalidad que sea, ocupa un espacio que en principio no estaba destinado para ese uso. Comparte esta característica con el cartel (no con la valla publicitaria), un medio de publicidad general que, en términos de lenguaje visual, no tiene ninguna relación común más con el graffiti (Una cuestión que merece un tratamiento más amplio. Ver apartado 15.2 de este estudio). Pero la ilegalidad no es una elección a priori por parte de los escritores de graffiti ¿explicaría eso que busquen continuamente soportes legales donde realizar sus obras? Todos los certámenes realizados de forma pública son legales e incluso subvencionados por alguna institución , de lo que se deduce que es la condición discursiva no adaptada del graffiti lo que la estética urbana establecida no ha aceptado. Desde el principio el graffiti ha apostado por el arte público, realizado en el esapcio público urbano, rehuyendo (no siempre con éxito) diversos intentos de introducción en galerías y museos, donde no se le ha considerado otra cosa que una mera curiosidad (Ver pp 62-63 de este mismo estudio) o sufrido cambios decisivos en sus condiciones de producción, estructuras básicas de composición, elección de la materia pictórica y, desde luego, una descontextualización brusca y brutal de las condiciones originarias. De esta forma el grueso de la producción de graffiti se ha mantenido en esa no man´s land de permisividad e ilegalidad manifiesta, rompiendo constantemente los límites físicos de los soportes que, en principio, nunca estuvieron destinados a semejante uso. La razón resulta bien simple si consideramos que el graffiti es una forma de expresión que se ejerce eminentemente en un medio urbano con el que mantiene una relación dialéctica y reivindicativa. Su mensaje es un revulsivo visual. Ocupando espacios inapropiados sorprende y comunica con su riqueza formal y semiótica, estableciendo en sus mismas estructuras visuales (en sus rasgos formales y en la naturaleza de su soporte) una relación dialógica epatante y diferida ( en cuanto carece de posibilidad de respuesta simultánea) con el espectador.

La represión de la que es objeto el graffiti es la respuesta social necesaria ante semejante planteamiento. Como señalaba J.F. Lyotard (1989) las pautas del discurso aceptado institucionalmente requiere unas limitaciones decisivas en su alcance:

Pues, desde ese punto de vista, una institución siempre difiere de una discusión en que requiere limitaciones suplementarias para que los enunciados sean declarados admisibles en su seno. Esas limitaciones operan como filtros sobre la autoridad del discurso, interrumpen conexiones posibles en las redes de comunicación: hay cosas que no se pueden decir {Ö} y maneras de decirlas. (LYOTARD, 1989: 39-40)
En todos los estudios riguroso acerca del graffiti el apartado dedicado a la represión y persecución legal del graffiti ocupa por lo general un espacio amplio. Castleman (1987: 136-151) hace hincapié en las impresiones personales de los responsables institucionales y de las compañías de transporte y limpieza municipales en la ciudad de New York. Las campañas policiales propiciadas por el enemigo número uno del graffiti, el alcalde Edward Koch y la compañía gestora del metropolitano, que han desarrollado hasta la actualidad procesos de lucha anti graffiti sin precedentes.

Hasta el momento es la tesis doctoral de Angel Arranz (1994: 518-548) la obra que más exhaustivamente ha recopilado datos empíricos acerca de la represión del graffiti y del corpus legal desarrollado para este fin en nuestro país. Sin embargo, el texto de Arranz resulta ambiguo en cuanto a sus propósitos. En ningún momento se realiza un estudio de las verdaderas condiciones de producción en la ilegalidad, limitándose más bien a recoger información estadística facilitada por empresas de limpieza e instituciones (530-546), materiales y recursos técnicos (522-524) y otros factores desde el punto de vista de quien debe eliminar los graffiti por cualquier razón.

Del otro lado, Sarah Giller (1997), Jeremiah Luna (1995) y Pamela Dennant (1997) han considerado la represión del graffiti como la respuesta natural del discurso institucional ante las producciones artísticas inasimilables para sus propios mecanismos culturales y sociales. Luna (1995) afirma que las implicaciones políticas y sociales del graffiti se expresan en sus propios dispositivos formales y de producción y que, por lo tanto, son estos aspectos donde más inciden las actividades represivas:

What is hindering us from participating in public games of meaning? Our public spaces are tightly controlled by the interests of capital and the capitalist state. The stifling of our ability to adorn our surroundings is a prime example of the depravity of our common condition under late capitalism. Unless a person has a lot of money, access to public walls is blocked. And if by some chance someone does have the money required, she or he is usually obligated to produce more capital with the images that adorn those public walls by selling something. In other words, by advertising. Those that rebel against the demands of a capitalism bent on selfreproduction face punishment at the hands of the capitalist state, whether in the form of fines or imprisonment. No matter how vociferously the mainstream media trumpets its 'objectivity', it works in unison with this captialist state, serving to disseminate capitalist ideology. It wins public consent and compliance with the repressive laws that prohibit grafitti and other acts of meaning-creation that fail to conform with the overarching commercial logic that dominates our public space.
Evidence of this complicity on the part of the media is not hard to find. A series of articles on the problem of grafitti that have appeared in the San Francisco Chronicle with in the last two years are typical. The underlying assumptions which motivate these articles betray what I will call an exterminationist logic, very much like the one described by philsopher Philipe Lacoue-Labarthe in his recent book Heidegger, Art and Politics. Labarthe claims that Auschwitz and the unspeakable exterminations that took place there revealed the deepest contradictions of the 'civilized' West, manifesting the most brutal functionalism latent in the desire to achieve perfection by eliminating all traces of the undesirable Other. He writes that 'nowhere else in history has the will to clean, to totally eradicate a 'stain' been so compulsively enacted without the least ritual.' The rhetoric of the articles in the San Francisco Chronicle reveals this same 'will-to-clean', though for ends that are admittedly not quite so extreme! Still, the compulsion to eradicate undesirable traces of the Other's presence is clearly related to the compulsion to eradicate the Others themselves. (LUNA: 1995)
Por otro lado Giller (1997) explica la represión del graffiti como el resultado de la exclusión de éste de las formas artísticas apoyadas institucionalmente a través de las políticas culturales de cada gobierno a través de instituciones públicas, museos, galerías, etc. En este sentido las políticas culturales generan un atributo de alteridad para con las demás formas artísticas, marginadas desde el principio por el buen gusto y la rentabilidad económica y socio-pública de corte más electoralista:

Las políticas culturales, especialmente en su faceta de exclusión y aceptación, afectan a la identidad de las formas artísticas. Las políticas culturales producen subjetividad, son productoras de sentido, determinan lo que va a ser aceptado como verdad y distribuyen el conocimiento. El sentido de estos productos son entonces entendidos y usados en las relaciones de poder como forma de impactar en la sociedad. El resultado del control por parte de una elite de la formación de normas culturales, significados y conocimiento es el de una definición de los grupos subordinados en relación a la voz dominante. En un sistema exclusivista, la experiencia de vivir con la condición de ser otro no es de elección propia. La alteridad define la identidad y limita lo que se puede hacer. Las relaciones de poder determinan la identidad. Consecuentemente, el acto de definir la propia identidad es un acto de poder para aquellos que carecen de este de cualquier forma. (GILLER, 1997: 1)
El graffiti sobre trenes no se diferencia del mural por otros aspectos que los de sus condiciones de producción, que ejercen una mayor incidencia de las variables explicativas generadas por su ilegalidad. De este forma he elegido este apartado para tratar la cuestión de forma menos superficial. No obstante creo que las implicaciones de este obligado secretismo son variadas y poseen un peso específico en cualquier definición del fenómeno que queramos construir. Es una cualidad intrínseca a la formación de las culturas urbanas emergentes, excluídas sistemáticamente de sus espacios generativos y de cualquier tipo de programa cultural. Actualmente existen cursos de graffiti en el ámbito de las Casas de Juventud (Boletín del CIPAJ, Abril 1998: 5). Sin embargo, estos recursos de aprendizaje se llevan a cabo desde una descontextualización previa lamentable. Únicamente la interacción con el espacio público urbano puede generar la evolución técnica que da como resultado un buen escritor de graffiti, con capacidad innovadora y dominio de sus recursos formales. Por otro lado, la descontextualización, del mismo modo que sucede con el graffiti de exposición, que veremos más adelante, produce un despojamiento de las pautas básicas de producción de graffiti que lo anula como forma creativa de expresión.

11- EL GRAFFITI COMERCIAL Y DE EXPOSICIÓN.
11.1- El graffiti comercial. Condiciones de producción.
La evolución del graffiti como forma artística durante los últimos cinco años ha sido muy rápida. Tanto en Europa como en Estados Unidos diferentes escritores de graffiti han tomado determinadas vías de renovación de su arte y han alcanzado metas muy diversas. Por un lado la vía del graffiti comercial se abrió como una salida económica complementaria para los escritores de graffiti, cada vez más enfrentados a contingencias como condenas judiciales, multas y al encarecimiento del material básico de pintura. A esto se sumó el interés de muchos comerciantes que asumieron la estética del graffiti por que éste había modificado ya la propia configuración visual del paisaje urbano que ambos compartían. En cierta medida los escritores, con su actividad continuada, habían modificado definitivamente la apariencia del barrio. El resto de la población consideró esto como parte misma de su entramado estético. Personas de su mismo origen social y que compartía su entorno inmediato alteraron con sus obras la apariencia del escenario cotidiano de sus vidas. Los comerciantes empezaron a encargar a algunos escritores la decoración externa de sus locales por dos razones: en primer lugar, y esta es la explicación dada al autor por gran número de ellos, para evitar la realización de otros graffiti en los muros de sus establecimientos. La presencia de la obra de otro escritor, de uno de los suyos, hacía que ese espacio permaneciera intocable por las mismas razones que una pieza de graffiti convencional debía ser respetado. La segunda razón es proporcionar una apariencia más moderna a sus locales. Ello ocurre sobre todo con la decoración de bares, discotecas, salas de baile, etc. De todas formas la espontaneidad y creatividad de los escritores se resiente de su encargo (Foto 25). Por lo general el comitente aspira a ver el nombre de su negocio bien claro y legible, y en un estilo de colores apagados. El wildstyle y otras estilos de graffiti quedan excluídos automáticamente por lo que poseen de ininteligibles para los no iniciados. Así, los escritores se decantan por las soluciones más simples, consistentes en sencillas composiciones de dos fondos y letras o figuras en sucesión, a menudo sin intercalación de caracteres ni sensación de tridimensionalidad.

11.2- Evolución del graffiti comercial. (1990-1998).
Han transcurrido más de 10 años desde que los escritores de graffiti de Zaragoza aceptan encargos de decoración comercial. En el momento presente el graffiti ha evolucionado en formas y estilos a la vez que se ha afirmado estéticamente en el panorama visual urbano. El resultado de esta lenta consolidación ha sido que los escritores de graffiti no sólo ven crecer sus encargos comerciales, sino que también son más libres a la hora de realizar sus trabajos. En este proceso han existido muchos y variados problemas. En la mayor parte de las ocasiones los comitentes apenas proporcionaban a los escritores de graffiti el importe necesario para los materiales básicos, aprovechando el enorme impulso productor de aquéllos. Desde 1995 los procesos de dignificación social de la labor comercial del escritor de graffiti han tenido éxito. Hablamos de una labor continuada de diversos escritores de graffiti zaragozanos que, dada su excepcionalidad técnica y su mayor edad y experiencia respecto al resto de la comunidad, han conseguido mejores condiciones de trabajo para sus colegas. Los escritores Seendee, Mac, Doctor26, Well, Crazy, entre otros han trabajado exigiendo retribuciones justas y planificando sus encargos con una mínima calidad. Podemos observar en los dos curiculums incluidos de escritores de graffiti (Well y Doctor26) que su labor empieza en el ámbito del barrio. Comienzan trabajando en la decoración de pequeños locales de hostelería y asociaciones de vecinos. Con el tiempo la variedad de encargos crece a la par que la propia experiencia del escritor, con lo que la calidad de los trabajos aumenta a la par que las constantes gráficas de estos trabajos se acercan más a las del graffiti que a las pertenecientes a los comitentes, más basados en una noción estética kitsch o de pura y simple publicitación comercial.

En el graffiti comercial las pautas estéticas del graffiti se extinguen por la descontextualización obligada y por los condicionantes del trabajo. En su lugar aparece una decoración rayana en el kitsch, entendida esta tendencia como la asunción superficial de una forma artística. Entre otras definiciones a las que se ha visto sometido este término, el de Umberto Eco (1995) se muestra como el que atañe más directamente a esta faceta depredadora:

No obstante, si el problema de las comunicaciones de masas se plantea asimismo, y sobre todo, bajo este punto de vista, que prescinde de toda valoración estética, nos encontraremos con que subsiste, y de modo intenso, el problema de una dialéctica entre vanguardia y kitsch. No solamente surge la vanguardia como reacción a la difusión del kitsch, sino que el kitsch se renueva y prospera aprovechando continuamente los descubrimientos de la vanguardia. (ECO, 1995: 93)
El papel de descubrir de las innovaciones artísticas lo reserva Eco para las llamadas vanguardias. No obstante esta función la posee a su vez el graffiti y en grado sumo, como intentamos poner de manifiesto en el presente estudio. Los patrones estéticos de los comitentes del graffiti comercial se nutren especialmente de la visión que de estos descubrimientos artísticos se proporciona a través de los mass.media, una visión simplificadora de las constantes semióticas de la producción artística de vanguardia, en definitiva, se produce una transformación evidente que nos hace entrar en un debate más amplio que comprendería la noción de kitsch, cultura de masas, producción cultural y el papel global de los mass-media en esta producción que será contemplado más adelante. El graffiti no ha representado una excepción y, a pesar del rechazo evidente mostrado por sectores sociales diversos, ha calado en su interpretación estética de la ciudad, asumiendo ciertas pautas del graffiti. De esta forma estas pautas aceptadas se muestran aisladas de otras de su especie. El grafismo así creado, aun pareciéndose a simple vista al graffiti, no posee sus valores semióticos ni artísticos. El resultado es la impresión de la percepción parcial y carente de comprensión de una forma artística que ven, que comparte su mismo espacio público, pero que se encuentra más allá de la posibilidad de su interpretación por los mismos mensajes peyorativos de ilegalidad y carencia de artisticidad que rodean la imagen común que se tiene de aquél y que son lanzados continuamente por los mass-media, por instituciones y autoridades. (Ver docuemntación anexa)

A pesar de todo ello, el graffiti se ha afirmado lentamente en la percepción estética de los habitantes de las ciudades, no sólo por su presencia física en su espacio urbano, sino conformando a su vez su influencia en el espacio percibido. Su presencia en los medios de comunicación también ha cambiado. Su imagen negativa inicial se sustituye poco a poco por su presencia en spots televisivos relacionados con productos dirigidos a un público joven, en films de muy diversas clases, etc, etc. Todo ello ha contribuido a su vez a crear una mayor aceptación social de esta forma creativa, de una forma que no contempla sus valores estéticos (de nuevo el kitsch) pero que produce una hábito visual evidente, aunque sea de forma completamente aparencial.

11.3- El graffiti en los museos.
Por otro lado algunos escritores plantearon desde muy temprano la posibilidad de participar del prestigio social y de las condiciones de producción de lo que podríamos denominar discurso pictórico institucional, o lo que es lo mismo, introducir sus obras en los museos, organizar exposiciones personales o conjuntas en los espacios museísticos, y en definitiva, potenciar la carrera individual de algunos escritores de graffiti que esperaban de esta forma salir de las calles y empezar ganar dinero y prestigio. Estos artistas del graffiti callejero comenzaron una búsqueda de soportes más o menos duraderos que pudieran trasladarse y almacenarse entre exposición y exposición. La fibra plástica, el poliestireno, la fibra de vidrio y materiales similares fueron los elegidos por su ligereza y relativa maleabilidad. Estos soportes permitían algo que nunca se había realizado en el graffiti convencional, el poder modificar la estructura que le servía de soporte para proporcionar a la obra nuevas variantes expresivas y formales. Museos de varios países han dado cabida a exposiciones temporales de graffiti. Las exposiciones son muy numerosas y siguen oranizándose en la actualidad de forma frecuente. Los ámbitos de organización más importantes, activos o ya disueltos, de los que se tiene noticia hasta el momento son:

Union of Graffiti Artists (UGA). De 1972 a 1982. New York. Diversas exposiciones y muestras de los escritores de graffiti que se integraban en el grupo. Disfrutaban de locales y soportes móviles para la realización de sus obras. Desde su inicio su fundador, el sociólogo Hugo Martínez, planteó la UGA como una plataforma para la promoción comercial de sus integrantes. (CASTLEMAN, 1987)
Nation of Graffiti Artists (NOGA). De 1974 a la actualidad. New York. Organizada por el actor Jack Pelsinger, la NOGA fue la otra gran organización de promoción de los escritores de graffiti neoyorquinos. (CASTLEMAN, 1987)
Museo Boymans-van Beuningen. 1983. Rotterdam. Este centro acoge en esa fecha diversas exposiciones conjuntas de escritores neoyorquinos que ya habían participado muy activamente con mayor o menor fortuna en las exposiciones de la UGA y la NOGA, como Rammellzee, Futura2000, Pink, Blade, Seen y otros. La organización corre a cuenta del holandés Yaki Komblit. (CHALFANT, 1987)
Existen indicios de cientos de muestras y exposiciones ocasionales y muchos museos han prestado en alguna ocasión su atención al graffiti. A este respecto el museo Pablo Gargallo de Zaragoza (Foto 26) albergó en una de sus salas la realización de dos graffiti sobre plástico, realizados por los escritores zaragozanos 2CR y Kad durante los días 15 a 25 de mayo de 1997. En Alemania, el museo Kallman de Ismaining, (Fotos 27 y 28) cerca de Munich, realizó una completa exposición de graffiti y taller de realización del 19 de octubre de 1996 al 12 de enero de 1997. Resulta significativo por lo que de pioneros tienen los escritores germanos en esta faceta del graffiti de vanguardia, como podríamos considerarlo. Escritores ya famosos por el elevado precio de sus obras expusieron en el Kallman: Darco, Swet, Deshammer (Fotos 29 y 30), Ces y el celebérrimo Daim (Fotos 31 y 32) entre otros. Todos ellos son ya modelos estéticos y de progresión artística para muchos escritores de Europa y EE.UU. Sus bocetos son considerados por parte de la comunidad de escritores como modelos de originalidad e innovación. (Foto 33) Lo mismo sucede con sus obras destinadas a museos y exposiciones. Sin embargo todo este movimiento es muchas veces menospreciado por sus homónimos que aún trabajan en la calle. Estos consideran el graffiti de exposición como un elemento al margen de la producción internacional de graffiti, que se nutre de constantes básicas que son asumidas como un cánon asumido y no escrito. Los pintores (dejan de ser escritores) del graffiti de exposición utilizan la estética del graffiti tradicional y en un primer momento actúan en la calle como el resto, pero pronto se distancian de los preceptos del graffiti que, según su criterio, condiciona negativamente y de diversas formas la propia creatividad. Todo ello origina una nueva tendencia que se separa en algunos aspectos del resto de la producción de graffiti y que se emparentó con corrientes artísticas más significadas en su explicitación política e intención de ruptura con los academicismos artísticos como el Agit pop, que bebían de fuentes también utilizadas por los escritores de graffiti, como el comic y el cine underground, pero cuya visión del hecho artístico difería en sus expectativas globales aun cuando coincidan en su propósito de ampliar y aislar los elementos icónicos de nuestra cultura haciéndolos más tangibles en su descontextualización y estilizada satirización. En este sentido el graffiti hip hop posee innegables concomitancias y relaciones con una corriente artística que le es contemporánea y que se desarrolla en la misma ciudad de New York. El pop-art utiliza en muchas de las obras atribuibles a esta tendencia objetos o elementos ready-made y basados en el panorama objetual de la sociedad de consumo occidental. Gillo Dorfles lo ha definido:

Hoy, el pop-art puede enseñarnos quizás a ver lo poco o mucho de bueno - o, en todo caso, de interesante- que anida en determinados productos mecánicos e industriales de los que nos servimos constantemente y que hasta ayer habíamos ignorado, desde un punto de vista estético y social. (DORFLES, 1969: 206)
Estas relaciones con el graffiti hip hop sse basan ante todo en la utilización de recursos icónicos recogidos de elementos culturales de consumo. El comic, la publicidad, los medios de comunicación de masas, etc han servido tanto al pop-art como al graffiti hip hop para componer conjuntos icónicos y verbo-icónicos en la que la distorsión semántica determinada por la descontextualización y resituación pragmáticas es el precepto del que el artista parte. Podemos comparar las obras de los artistas pop con las de los escritores de graffiti y podemos observar estas similitudes, que sin embargo, no van más allá de este rasgo distorsionador. El escritor de graffiti que emplea estos elementos busca destapar el lado oscuro de las cosas cotidianas y evidenciar el uso político de lo cotidiano. Las tendencias artísticas como el pop-art pertenecían una producción cultural elitista, realizadas por artistas convencionales a la búsqueda de una ruptura formal con los patrones artísticos convencionales. Sin embargo poseían puntos en común con los artistas de graffiti al haber entrado en contacto a través de algunos elementos constitutivos con la esfera de lo cotidiano y representarlo de una forma conceptual similar, esto es, observando lo que de artístico hay en las cosas cotidianas, en las iconografías de la modernidad, convertidas en los iconos de nuestro tiempo (Foto 34), mostrándolas de una forma amplificada, bien por repetición o en su tamaño, en su dimensión peculiar y mítica hasta el punto de inferirles de una capacidad poderosamente emblemática. Esta idea permanece vigente tanto en esta variedad oficializada del graffiti como en piezas de corte tradicional, como un sustrato implícito en la estructura ideológica del escritor de graffiti que se manifiesta de manera continua e inconsciente. El célebre caso de Jean-Michel Basquiat resulta de una claridad que evidencia esto último:

A los 17 años, JMB se escapa de casa. Es entonces cuando inicia su estrecha amistad con Al Díaz, el graffitero de origen hispano con le que se instala en Washington Square, vende camisetas decoradas frente al MOMA y comienza a decorar el metro de Manhattan y a consumir ácido. Ambos firmarán sus creaciones como SAMO (Same Old Shit), pintadas en la que reproducirán proclamas filosóficas antisistema. Esta rúbricas llamarán la atención de Philip Faflick y serán calificadas en el Village Voice de "revulsivas y crueles".
En mayo de1979 funda la banda Channel 9, con la que fusionará jazz, funky, y techno -noise music se denominará la mezcla- y que combinará las denuncias de rigor con un ritmo trepidante y violento. El grupo rompe rápidamente la barrera de la marginalidad y, en tiempo récord, se convierte en imprescindible en los ambientes más vanguardistas de la noche neoyorquina. Ese mismo otoño, y ya consagrado como Enfant Terrible, conoce a Keith Haring, otro popular graffitero que introducirá definitivamente a JMB entre los imprescindibles del who is who: en el Mudd Club Diego Cortez (colaborador este último de Laurie Anderson) la presenta a Henry Geldzahler, marchante y coleccionista prestigioso en ese momento, también admirador incondicional poco después. Abiertas las puertas de las galerías, participa en su primera exposición colectiva, presentada en el Times Square Show. El crítico J. Deitsch diría de ella: "El omnipresente graffitero creó una impactante combinación entre de Kooning y los garabatos del metro". (MONREAL, 1995: 55)
En este caso y examinando la trayectoria artística y vital de J. M. Basquiat podemos observar un caso de fagocitación por parte de los mecanismos que forman el gran arte de un artista callejero, que renuncia progresivamente a unos cánones determinados y que llega considerar como limitadores de su propia creatividad para producir obras artísticas socialmente más aceptables para galerías y marchantes. No obstante la peculiar relación que le une a Warhol es un indicador de la coincidencia de temas y estéticas entre las raíces y los propósitos artísticos de éste con los de Basquiat, que en muchos aspectos continuaron siendo los del graffiti donde se inició como artista.

JMB se alejó paulatinamente del automatismo para intentar la integración de sus garabatos en una auténtica Obra de Arte. Todo ello no le haría perder, en ningún caso, el aspecto efímero y volátil de las creaciones elaboradas con rapidez, casi con premura. (MONREAL, 1995: 56)
El caso de Keith Haring (1958-1990) resulta de un interés análogo. Su inicio como creador es el contexto de los escritores de graffiti de New York. Poco a poco abandona sus orígenes para experimentar en otras formas y soportes. El alejamiento de las calles resulta decisivo (ARRANZ, 1994: 141-142) pese a que en sus obras la influencia de las formas de hacer del graffiti hip hop se siguen manifestando de una u otra forma. En ambos casos tenemos a dos ex-escritores de graffiti que gracias a sus contactos con galeristas y artistas, y sobre todo, por el interés mostrado por Andy Warhol, se introducen en un ámbito diferente de produccíón artística que cambia diametralmente sus trayectorias. Inés Monreal (1995) separa de forma inmisericorde lo que es un estadio de garabatos y automatismo visual de lo que representa la producción de la auténtica obra de arte (1995: 55-56). Tal maniqueísmo conceptual no puede ser tenido en cuenta por la sencilla razón de que las interrrelaciones constantes entre tendencias y estilos pictóricos de todo tipo se manifiestan continuamente, como la Historia del Arte nos enseña. Delphine Renard (1984) no se queda atrás cuando afirma:

De un fenómeno artístico local, el graffiti se convierte en un estilo en el contexto del arte internacional; algunos antiguos escritores de graffiti o ex-estudiantes de arte, al término del actual período de transición sabrán apropiárselo para extraer desarrollos originales. (RENARD, 1984: 20)
El graffiti es para la autora un desarrollo local que sirve de plataforma para otras tendencias. Renard ignora que los procesos de transmisión del graffiti a través de exposiciones y museos no sólo cesaron en importancia a principios de los años ochenta sino que el montante global de este movimiento de transmisión entre Europa y América fue mínimo. El auténtico proceso de transmisión tiene lugar en un proceso personal y de difusión del grupo, cuando jóvenes de países europeos viajan a EE. UU. a título personal y traen de vuelta consigo la imagen y la influencia visual del graffiti. Muchos escritores norteamericanos viajan a su vez a Europa y es su práctica en el viejo continente el que ayuda a popularizar el graffiti hip hop y le convierte en un arte proyectado de forma internacional. Los mecanismos de transmisión cultural son complejos y contemplan el intercambio personal, el tráfico de influencias icónicas y textuales, publicaciones propias, el desarrollo de contextos apropiados a todos los niveles entre los productores culturales, etc, etc. Difícilmente puede ser la fama de unos pocos artistas y su promoción comercial lo que fundamente estos procesos (Ver apartado 2.1.2 de la 2ª parte de este estudio).

No obstante, la presencia de ex-escritores de graffiti en los museos creó las condiciones de otro debate en el seno de la comunidad de escritores de graffiti. Las opiniones y posturas se enfrentaron en una nueva discusión sobre la vigencia de lo nuevo y lo viejo de la que tenemos algunos ejemplos:

No creo que sea necesario para el graffiti equipararlo a las obras de arte comunes. Sencillamente a causa de dos razones:

Es un arte ilegal
Está realizado por artistas callejeros que no son pagados.
(Quizás lo primero se una consecuencia de lo segundo). Creo que aquellos que juzgan y deciden aceptar al graffiti dentro de los niveles de la cultura oficial nunca lo igualarán en su status al resto de las artes que existen en las galerías. La mayor parte del graffiti no está realizada por lucro, por eso dudo que un día pueda tener la misma aceptación social que las otras artes, las cuales forman la mercancía que se vende y se compra en el mercado artístico a exorbitantes precios. Es triste pero es la forma en que el mundo oficial del arte trabaja. Desde luego, como el graffiti demuestra, no toda forma artística es susceptible de ser comprada o vendida. El graffiti amenaza con su pureza la forma de vida de los tratantes de arte, y desde que son éstos mismos los que deciden cual es un arte aceptable y cual no, trabajarán duro para que el graffiti nunca lo sea del todo.

Estoy en desacuerdo con esta clase de filosofía, pero una y otra vez encuentro muchas formas artísticas que no son aceptadas como tales. Algunas personas ven al graffiti como un crimen a castigar. Le llaman despectivamente vandalismo o pintadas. Pero si está bien realizado, personalmente lo considero como arte, se sitúe donde se sitúe. Los estrechos puntos de vista de cierta gente acerca del arte condicionan su punto de vista respecto al graffiti, y ello ocurre con más frecuencia en América que en Europa. (COEN, 1997)

El valor comercial del graffiti es otro componente significativo que contribuye a la emergencia del graffiti comercial. Durante los años 80 los tratantes de arte y galeristas hicieron la corte a los escritores de trenes y metro para crear piezas de wildstyle sobre lienzo para coleccionistas con dinero. La legitimación de una forma arte antes estigmatizada con el despectivo adjetivo de vandalismo y las potenciales posibilidades de lucro que existían convencieron a muchos artistas urbanos, mientras las instituciones oficiales llevaban a cabo simultáneamente una exitosa campaña de erradicación del graffiti de los trenes y metro. (COOPER / SCIORRA, 1994: 11)
El graffiti o estilo de escritura continúa evolucionando. Las nuevas herramientas electrónicas presentan nuevas posibilidades, pero las innovaciones más importantes probablemente vendrán de la mano de escritores de la calle, pintando sobre trenes, en la calle, con sus vidas y sus obras. Los escritores recapitulan la historia entera de la evolución del graffiti en su trabajo. Ellos comienzan como unos novatos, señalando su firma por donde van, haciendo más tarde letras de burbujas. Pasado un tiempo sus estilos se hacen más sofisticados y personales, controlando los colores, las formas, las combinaciones de ambas, etc. Incluso alguno de ellos desarrollará nuevas técnicas, estilos y usos de los medios de comunicación para darse a conocer. Su talento se traslada a otros campos como el diseño informatizado, la escultura, la arquitectura, etc. (FARRELL, 1997: 7)
Para un escritor tradicional pintar fuera del ámbito de lo público no es graffiti, sino otra cosa, una pintura que ha sido realizada con esta estética pero nada más. Usar otro instrumentos como el aerógrafo también aleja estas obras de los usual y las aproxima al arte convencional y aceptado. El graffiti comercial hecho por encargo es realizado por escritores tradicionales, pero ni éstos ni sus compañeros lo reconocen como auténtico graffiti. Por el otro lado, los escritores de exposición se alejan progresivamente de su actividad en la calle y las que realizan acaban por convertirse en verdaderas performances donde acuden críticos, estudiosos, fotógrafos, curiosos, etc. con el propósito de inmortalizar el suceso para su posterior estudio y exposición. Sus obras son realizadas en su mayor parte con el fin de su futura exposición en museos y galerías, prescindiendo por entero de esas constantes que el resto de la comunidad reivindica y ejerce y que caracterizan conceptual, social y artísticamente al graffiti.(Fotos 35, 36 y 37). Autores como Cooper y Sciorra (1994) achacan este auge del graffiti comercial y de exposición al éxito obtenido por las campañas anti-graffiti en EE. UU. :

El valor comercial del graffiti es otro componente significativo que contribuye a la emergencia del arte del memorial. Durante los años 80 tratantes de arte y propietarios de galerías de arte cortejaron a los escritores de graffiti que actuaban en el metro para que realizaran sus obras sobre lienzos para coleccionistas adinerados. La legitimación de una forma de arte estigmatizada y denominada como vandalismo así como los beneficios potenciales que se ofrecían a los artistas fueron particularmente seductores, al mismo tiempo que las fuerzas de orden público conducían varias campañas exitosas de erradicación del graffiti. (COOPER / SCIORRA, 1994: 11)
No obstante representan una faceta muy novedosa de un arte que es esencialmente cambiante y que únicamente señala algunas directrices en un plano abstracto y de libre elección. Frente al recuerdo del primitivo graffiti neoyorquino, el graffiti de exposición nos sugiere una evolución formal, estilística y lingüística que sigue un rumbo coherente a partir de uno de los preceptos básicos del arte de élite en general y también de las manifestaciones artísticas subculturales de este tipo y de su creatividad personal.

11.4- Diferentes tendencias del graffiti de exposición.
Nos queda la obra de Basquiat, de Haring, de Futura 2000, Dondie, Crash y otros para poder apreciar qué es lo que queda del antiguo escritor de graffiti y si esa actividad supuso la conformación de una base para su trabajo posterior o bien representa la esencia omnipresente de éste. El análisis de estas obras y de lo que podemos denominar como graffiti de exposición queda por ahora más allá del alcance de este estudio y será acometido en la futura tesis doctoral. Sin embargo podemos discernir a la vista de los autores citados y procesos expuestos diversas tendencias entre los escritores de graffiti de exposición y comercial. Éstas difieren entre sí esencialmente por el mayor o menor grado de alejamiento de ciertos patrones básicos presentes en la producción de graffiti. Así he tenido en cuenta tres criterios básicos de relación de estas obras con el graffiti hip hop, a saber:

- Rasgos formales. Composición general y construcción de formas.


- Rasgos materiales. Elementos usados.


- Publicidad. Ubicación espacial en el entorno urbano.

Como se puede apreciar he obviado las circunstancias de ilegalidad y cinetismo por las mismas condiciones de producción, atendiendo a la razón de que la mayor parte de los encargos no implicaban estas constantes por otro lado omnipresentes en la producción de graffiti hip hop. De esta forma podemos intentar clasificar estas tendencias:

- Artistas influidos por el graffiti hip hop. Su relación se limita a un pasado de escritor de graffiti o a una asunción relativa de alguna de sus constantes. En el primer caso los nombres de Keith Haring y Jean Michel Basquiat son ejemplares, mientras los de Ralf Winkler, Jean Dubuffett (Rue Passagère, 1961) y Marcel Duchamp (La Gioconda 1967) lo son respecto al segundo.

- Escritores de graffiti que mantienen una actividad dual, produciendo obras de graffiti hip hop y comercial simultáneamente, estableciendo estilos , técnicas y públicos y condiciones de producción muy diferentes en cada caso. Futura 2000 y Dondie son los mejores exponentes.

- Escritores de graffiti que trabajan para encargos comerciales pero mantienen la estética y los métodos del graffiti hip hop constantemente. Cuentan con la suficiente destreza como para convencer a un público urbano inicialmente hostil. No distinguen entre una producción y otra, aplicando semejantes criterios expresivos en todas sus obras. Los casos de Daim, Ces, Deshammer y otros en Alemania representan claros exponentes. En general, multitud de escritores de graffiti de todos los países aceptan encargos de decoración y exposición de sus obras siempre que posean una ubicación pública y se les permita desarrollar su trabajo libremente.

En cualquier caso la barrera impuesta por críticos y galeristas entre artistas y vándalos del graffiti tiende a su desaparición. La influencia de las nuevas formas de expresión como el graffiti hip hop ha resultado ser mucho mayor que la que el discurso pictórico institucional y museístico ha podido ejercer en aquél. Las confesadas influencias de grandes artistas en muchos escritores no debe llevarnos a pensar que no es así. Por el contrario, el escritor de graffiti lleva a su terreno estas influencias, transformándolas y distorsionándolas en sus propias condiciones de producción. El graffiti de exposición constituye por todo ello el resultado necesario del encuentro entre dos formas muy diferentes de expresión. Diferentes en contenidos, formas y en vitalidad. A estas alturas de finales del siglo nos encontramos con que procesos de este tipo pueden estar renovando los viejos discursos de la producción artística y estar llevándola hacia nuevos parámetros de creatividad y capacidad expresiva. El graffiti hip hop, como forma artística nacida en el último cuarto de este siglo, es el agente más efectivo de este proceso. Comprenderlo es comprender los cambios que se están produciendo.

12- TÉCNICAS Y SOPORTES
12.1- La naturaleza ilegal del soporte como condicionante técnico.
La naturaleza física esencial del graffiti viene determinada por la del soporte y los medios técnicos que utiliza, así como por el contexto social, urbanístico y político de producción. Desde sus fases iniciales en las que los vagones del metro constituyeron un auténtica exposición rodante para sus obras, los escritores han buscado la máxima dimensión del espacio público, apropiándose visual y semióticamente de un panorama urbano que les era sistemáticamente negado (GILLER, 1997: 2), al mismo tiempo que ejercían su arte con los medios más precarios. Estas circunstancias hacían que los soportes elegidos fueran los que mayor dimensión pública poseyeran en función de una constante de publicidad presencial y de la propia identidad como individuo y como grupo. Trenes, metros, autobuses, paredes públicas, etc. Con ello los escritores atraían hacia sí la animadversión de gran p
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DSTRO187
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14- EL NACIMIENTO DEL GRAFFITI CONTEMPORÁNEO COMO PROCESO ECLÉCTICO DE TENDENCIAS ARTÍSTICAS. LA CULTURA UNDERGROUND Y SU INFLUENCIA
14.1- Los procesos de génesis del graffiti contemporáneo.
Las formas en que la pintura que denominamos graffiti inicia su andadura histórica tienen como escenario indudable el contexto urbano del espacio público de los barrios marginales (guetos) de la ciudad de New York en un proceso que se inicia a finales de los años sesenta pero que no tendrá carta de naturaleza hasta bien entrados los años setenta. No podríamos realizar un seguimiento exhaustivo basado en fuentes primarias por diversos motivos. Por un lado las obras originarias hace mucho tiempo que han desaparecido. En muchos casos se puede decir lo mismo de los escasos registros fotográficos que se realizaron en su momento. De esta forma las únicas fuentes que podemos considerar como medianamente fiables son fuentes secundarias, los diferentes estudios realizados por antropólogos, historiadores culturales y periodistas acerca del fenómeno urbano del graffiti, que han trabajado con los protagonistas de forma directa. Sus informantes hacían uso de la memoria para rescatar de la oralidad el origen de una forma artística que formaba parte de una cultura urbana en procesos de formación y consolidación y que tenía en la transmisión informal oral su único vehículo de difusión hasta los años ochenta, cuando los primeros artistas de graffiti tomaron conciencia de la importancia de extender el papel social de su obra escribiendo artículos y manteniendo un contacto continuado y fructífero con estudiosos e investigadores. Con estas pautas nacen los trabajos de Craig Castleman (1982) y Henry Chalfant (1987), vitales y conocidos en Europa y en EE.UU., donde la importancia objetiva de estas obras no ha perdido su utilidad ya que ambos investigadores trabajaron desde un inicio en colaboración directa con los escritores de graffiti.

El nacimiento del graffiti como forma artística cultural urbana tiene lugar en un período de tiempo comprendido entre 1969 y 1980 en diversos lugares de EE.UU., Europa y el mundo anglosajón. El proceso de gestación de una forma creativa como tal no debe reducirse a frases como "el graffiti nace en tal o cuál fecha y en tal o cual lugar". El graffiti como expresión artística transcurre por diversos estadios de conformación y consolidación de unas formas y eliminación de otras que fueron rechazadas por los artistas de graffiti. Estos procesos de ensayo y error se basan en criterios muy diferentes entre sí y de los que no ha existido hasta ahora una justificación ni una explicación claras. La misma cuestión de las influencias que otras formas de expresión de la cultura popular actual ejercieron sobre los modos y las iconografías del graffiti permanecen hasta el momento en la oscuridad, ya que los escritores de graffiti poseen una conciencia plena y continuada de pertenencia a un grupo más o menos cerrado que, de todas formas, no coincide con los elementos que caracterizan al status social al que pertenecen. La falta de discurso reflexivo por parte de los escritores de graffiti acerca de sus propias obras ha resultado en una apreciación superficial del fenómeno y una atención desmesurada en aspectos circunstanciales del mismo, dejando de lado los análisis iconográficos y compositivos en profundidad, las relaciones de estos con otras obras y artes y con la existencia cotidiana de la comunidad de escritores de graffiti en general.

Parece haberse llegado a la convención de considerar el contexto de la ciudad de New York como el escenario del origen de los primeros graffiti. Debemos atender con atención lo que estos procesos de formación tienen en común con los que suceden en otros lugares y qué es lo que de peculiar tienen los que acaecen en New York. Un joven de ascendencia griega, es decir, hijo ya nacido en Norteamérica de padres inmigrantes y que residía en Washington Heights (un barrio pobre habitado en su mayor parte por inmigrantes europeos y negros) llamado Demetrios escogió un apodo o tag (TAKI) y lo pintó con un bote de pintura en spray en monumentos públicos, paradas de autobús y sobre todo estaciones de metro. Acompañaba su tag con el número de la calle donde vivía, con lo que constantemente escribía: TAKI 138 (DENNANT, 1997: 2). Como podemos observar el grado de mistificación de los orígenes del graffiti llega hasta el punto de asignar a una sóla persona en un momento determinado la responsabilidad de todo el proceso. En esta cuestión y pese a la calidad y valía de sus trabajos, Castleman no se queda atrás a la hora de idealizar los orígenes de la pintura en spray:

Las primera muestras de pintura mural se remontan a la época prehistórica. Pero la historia de la modalidad de graffiti característica del metro de New York se inicia, según el parecer general, a finales de los años sesenta, cuando un joven de Washington Heights llamado Demetrios empezó a escribir sus apodo, Taki, y el número de su calle, 138, en las paredes de los edificios y vagones de metro. (CASTLEMAN, 1982: 24)
De esta forma una larga lista de investigadores no se preocupa demasiado por la verdadera naturaleza de los orígenes del graffiti en un extraño proceso de obediencia a la percepción que sus propios informantes, pertenecientes conscientemente a lo que ellos mismos consideran como la comunidad de escritores de graffiti, les han proporcionado. Por propia experiencia este investigador ha podido constatar que la tendencia a la mistificación de sí mismos y de sus orígenes es una de las características básicas de los artistas de graffiti, inmersos como se encuentran desde que deciden incorporarse plenamente al grupo en un agon continuado entre sus componentes, una lucha por la presencia y la ubicuidad de sus obras por encima de las de sus homónimos. Debemos discernir pues entre lo que hay de cierto y lo que es , por el contrario, el resultado de una inevitable distorsión en el resultado de las entrevistas con los artistas de graffiti, en un proceso de historia oral de difícil evaluación objetiva. El historiador R. Fraser señalaba a este respecto:

Como he sugerido ya, la fuente oral no es sólo una representación sino una autorrepresentación. ¿Que quiere decir eso? ¿Que la gente miente? No. Lo que quiere decir es dos cosas: Primero, y por razones que pueden discutirse pero que creo que tienen que ver con el yo, cada individuo busca representarse como un ser coherente precisamente porque no ha podido serlo. No ha podido serlo porque los resultados de sus acciones en el pasado no podían saberse hasta el momento en que el futuro se hiciera presente, e incluso pasado. Esto explicaría la tendencia observada por Passerini de representarse teniendo en cuenta unas características básicas fijas: "siempre he sido así, nací así", etc. O sea que hay cierto esencialismo en la autorrepresentación. (FRASER, 1993: 133)
Este proceso de crítica de la estructuración habitual de las fuentes que los investigadores norteamericanos vienen recogiendo desde principios de los años ochenta, habría de revelarnos que el complejo conjunto de circunstancias que rodea la evolución del graffiti contemporáneo han definido a ésta como la conformación de una forma artística en múltiples escenarios a partir de unos reducidos focos iniciales ubicados en los guetos de las ciudades centrales norteamericanas con la ciudad de New York como centro principal, y que incluye a otras ciudades como San Francisco, Ohio, Philadelfia, Chicago y New Jersey. El proceso se ampliaría muy rápidamente a países europeos como Holanda y Gran Bretaña mediante numerosos artistas jóvenes del viejo continente que tomaron contacto con los artistas de graffiti en sus núcleos de origen norteamericanos. La extensión de la actividad de la cultura hip hop y del graffiti en Europa ha sido tradicionalmente menospreciada por los investigadores norteamericanos, que han atribuído a este proceso la causa de cierta pérdida de la identidad social originaria del graffiti. El proceso formativo de estas manifestaciones se encontraría así adscrito en su origen a los elementos ya citados de la red urbana norteamericana con similares carcterísticas sociales, culturales y económicas. Un proceso que no finaliza allí, sino que continúa en una dinámica natural de contacto y comunicación cultutal entre la población joven europea, interesada en un mecanismo de expresión que diera salida a inquietudes de todo tipo. Esta traslación se lleva a cabo con distorsiones inevitables, fruto por lo general de los diferentes intereses de los receptores así como de la diferente situación social europea y de su postura frente a la cultura hip hop.

Desde su origen el graffiti ha llevado colgado consigo el sanbenito social que lo anatemizaba como forma artística de expresión. Su origen en las barriadas más pobres a manos de las jóvenes generaciones de hijos de inmigrantes de etnias determinadas (una percepción equivocada, ya que el número de escritores blancos procedentes de la población obrera más empobrecida fue elevado desde sus inicios) determinó la marginación social del graffiti desde su inicio. Por otra parte la elección como soporte del transporte público causaba en gran parte de la población blanca de clase media y en las instituciones sentimientos de animadversión. A este respecto el entonces alcalde de New York declaraba en 1983 a Henry Chalfant:

El graffiti es un atentado contra la calidad de vida, algo que hace difícil disfrutar de las cosas de la ciudad y que atenta contra el estilo de vida americano. (Style Wars, Video, 1983)
Esta percepción peyorativa del graffiti se mantuvo durante los años setenta entre los medios e comunicación y la opinión pública de forma acentuada. Las condenas legales impuestas a los escritores de graffiti aumentaron y la protección vigilada de los vagones de tren y metro aumentó espectacularmente. No fue hasta la extensión del graffiti a países europeos cuando esta forma de expresión empezó a considerarse como tal y no como un modo más de vandalismo y de violencia callejera. Los periodistas empezaron a considerar a los escritores de graffiti como artistas de la calle y los estudiosos inician sus trabajos desde una óptica de crítica e historia del arte y de estudio de las expresiones creativas sociales.

Desde esta perspectiva consideraremos que la fase inicial de nacimiento y formación de las pautas básicas del graffiti contemporáneo abarcan dos fases muy definidas, desde su origen suburbano estadounidense en diversos focos - hasta 1979- hasta su acepción en la mayor parte de los países europeos y anglosajones - de 1980 hasta 1990 -, escenarios donde se desarrollarán nuevos estilos y evolucionarán otros, en un continuo contacto frecuente entre los escritores de diversos países así como un intenso intercambio de las obras producidas.

14.2- 1970-1979. Los diversos focos norteamericanos.
El artículo del New York Times del 21 de julio de 1971 (JANSON, 1971) señala la primera noticia acerca de un escritor de graffiti y de su actividad (Ver fotos 41 y 42). En realidad la constatación de este artículo nos indica la atención del periodista sobre un fenómeno que consideraba de alcance limitado a la cotidianeidad del espacio vecinal de la ciudad. La pintadas en los vagones de metro de New York molestaban a muchos pasajeros y se preocupaban acerca de su significado. En realidad la noticia no es sino la punta del iceberg de un proceso más amplio que estaba iniciándose en diversos focos. Otros escritores como Taki 183 actuaban en New York y en otras ciudades. Julio 204, Frank 207, y Chew 127 se dedicaban a escribir innumerables tag por todas las superficies que consideraban adecuadas. Las pautas especiales en este período residen esencialmente en el número de tag que se realizaran y en lo inalcanzable de su ubicación. De esta forma primaba la audacia y la abundancia por encima del estilo. Los vagones del metro serán pronto el objetivo número uno de los escritores primitivos de graffiti (Foto 43 y 44). Las constantes de los estilos principales afloran en los rasgos esquemáticos de los tag, que adquieren progresivamente una apariencia más sofisticada. La importancia de los tag realizados con rotuladores de punta gruesa o con spray convencional de boquilla estrecha y todavía sin modificar reside en que muestran los rasgos esenciales de la composición de los ulteriores estilos policromos y más elaborados que se van a desarrollar tiempo después. La legibilidad manifiesta da paso pronto al embellecimiento generalizado de los tag, que son adornados con cada vez más elementos nuevos que acompañan a la grafía básica. El Wild Style nace en el universo de los tag realizados de esta forma (Foto 45).

Tenemos noticias de escritores que habían desarrollado actividades similares en ciudades que después serán otros tantos centros de producción de graffiti. Top Cat llega a New York desde Filadelfia para introducir nuevos estilos de grafía y de ornamentación formal.

Tras la llegada a Manhattan de un escritor de graffiti de Filadelfia llamado Top Cat, que afirmaba que todo lo que sabía sobre la escritura de graffiti lo había aprendido en el legendario Pan de Maíz de esa ciudad, escribía su nombre en letras alargadas, finas y muy juntas, como si estuvieran levantadas sobre pequeñas plataformas. Las firmas de Top Cat eran muy difíciles de entender, pero parecía que esto las hacía destacar, y llamaban más la atención que el resto; un gran número de escritores de Manhattan adoptaron su estilo y lo bautizaron con el nombre de Broadway Elegant. (CASTLEMAN, 1982: 61)
La complejidad de las formas del graffiti crece ante la necesidad de los escritores de destacarse en un entorno cada vez más saturado de tags. La aparición de rotuladores de color de punta más ancha, en ocasiones hasta de más de cinco centímetros de ancho, y de válvulas de diferentes grosores intercambiables para los botes de spray determinó el paso a composiciones progresivamente más complejas y que incluían más elementos icónicos en conjunción directa e inseparable con los caracteres de cada tag.

La dificultad de establecer de esta forma un origen determinado del graffiti estriba en la multiplicidad de focos donde el fenómeno nace y evoluciona. Incluso en el seno de una misma ciudad cada barrio posee una historia diferente en las que los nombres y las fechas varían.

No hay una historia única del graffiti. Depende del barrio en que vivieras y del año en el que hubieras nacido, de las líneas (de metro) que recorrierasÖLo mejor que se puede hacer es confeccionarse una historia personal del graffiti. (DENNANT, 1997: 3)
El salto que los escritores de graffiti realizan para tener en los vagones de metro su soporte prioritario en sustitución de las ya saturadas paradas de autobus, parques y lugares públicos es en sí mismo un paso cualitativo importante en la subsiguiente evolución formal y conceptual del graffiti. El espíritu de competición constante que existe en el mundo del graffiti desde sus más tempranos inicios se extiende a las obras sobre los vagones del metro de New York, cuya compañía contaba a la sazón con la densidad y longitud de líneas más amplias del mundo. Las constantes que esta nueva actividad implicaba son las que proporcionaron las constantes básicas al graffiti. Ilegalidad, efimereidad, exposición y tránsito de las obras por toda la ciudad, etc. Hacia 1972 escritores de escasa calidad técnica pero de gran prolijidad como Super Kool, Phase II, Stan 153 o Riff inundarían el metro de New York con centenares de tag más o menos elaborados, ejecutados en condiciones de nocturnidad y continuo riesgo de ser sorprendidos por los servicios de seguridad del metro.

La calidad del graffiti sobre vagones de metro pronto crecería merced a la labor de escritores más preocupados por el estilo y su mensaje final que por el simple y puro bombardeo. Flint 707 y sobre todo Lee, miembro de un grupo considerado ya como un mito en el proceso de formación del graffiti, The Fabulous Five, empezaron a pintar vagones enteros de metro (Foto 46) iniciando los célebres whole cars como expresión máxima de escritura de graffiti de entonces en adelante. Los whole cars se generalizaron y las obras de graffiti que se realizaban en ellos se perfeccionaban técnicamente. Los temas eran de lo más variado, pero lo que solía figurar en los graffiti con un mínimo de preocupación compositiva era la visión personal que el escritor tenía de su propia ciudad. Una visión generalmente amarga y contradictoria, a menudo maniquea y que dejaba traslucir la herencia cultural primigenia (soul o criolla) en alguna de sus consideraciones sociales de inmigrantes recientes. Se manifiestan en definitiva los componentes que conformaban el inicio de una nueva cultura, la del hip hop, ambigua ideológicamente y siempre radical en sus planteamientos acerca del entorno y de su hostilidad dicriminatoria:

Siempre he pensado que mi obra más conseguida fue "La Tierra es el infierno, El Cielo es la vida", un graffiti que ocupaba dos vagones enteros. Era mi visión personal del cielo. Flores y montañas, el sol, una paloma, mariposas y Dios con las dos manos levantadas como si estuviera predicando. .. Le dije en el siguiente coche a la ciudad cuál era su verdadero aspecto. Había un soldado con una pistola, todo su cuerpo estaba pintado de verde y a su lado había un mensaje "Detened la guerra". Dibujé fábricas grises y sombrías con grandes chimeneas. También dibujé a un hombre ahorcando a un perro para poner de relieve la crueldad con los animales. Y un tipo estrangulando a su chica. Dibujé manchas de sangre y al presidente echando un discurso y a la gente mirándolo. Detrás suyo se veía una bandera americana pero no era la verdadera, y escribí al lado "Votadme y os daré todo lo que queréis" y "Vota a Nixon" y todas esas cosas. También había misiles apuntando al cielo, que estaba pintado oscuro y con sombras naranja, como si estuviera ardiendo, y en él se leía "La Tierra es el infierno". Todo el vagón era muy oscuro. Si volviera a pintar algo así lo haría más grande y más exagerado. Haría cinco vagones enteros con el Cielo y las cosas buenas, y otros cinco con la tierra y las cosas malas; y pintaría ángeles tocando la trompeta y a Dios juzgando a los justos y a los pecadores. (CASTLEMAN, 1982: 66-7)
La ascendencia católica de Lee (sus padres son de origen cubano) se denota con evidencia en la planificación icónica de los whole cars que pinta. Para proporcionar al conjunto una efectividad más intensa este escritor de graffiti ejecuta su obra teniendo ante todo en cuenta la extensión y la calidad en la medida de lo posible. De esta forma la calidad del estilo se va a convertir en la constante más generalizada en el graffiti. Los tag se sofisticarán hasta extremos insospechados. El wildstyle se configura como el estilo clave de la comunidad de escritores de graffiti. En sus aparentemente caóticos trazos y la inintelegibilidad de sus caracteres reside la clandestinidad del grupo y del propio escritor de cara al espacio público de la ciudad que, sin embargo, constituye el escenario vital de su obra y de su vida (Foto 47).

En definitiva el proceso de formación del graffiti en EE.UU. se puede considerar como una fase de gestación primitiva en la que numerosa tendencias y técnicas son ensayadas. Algunos estilos se hacen populares entre los escritores mientras muchos otros son condenados a la particularidad y desaparecen con el escritor que los creó. Las pautas básicas del graffiti se conforman considerablemente en un proceso de asunción e interiorización de los comportamientos artísticos del entorno del barrio-gueto y de la ciudad. Por otro lado la edad media de los escritores de graffiti pasa a ser cada vez más alta debido a la persistencia de éstos pese a entrar en la edad penal (18 años), lo que indica que la autoconsideración y la conciencia artística socialmente funcional crece durante este período. Lee, Blade, Phase II, Seen (Foto 48), Brim, Futura 2000, Daze, Vulcan (Foto 49) y otros escritores de más de 20 años en esta época continúan sus actividades incluso en la actualidad. Sin embargo el aura de ilegalidad de estos artistas no dejará en ningún momento de manifestarse como una consideración social minusvalorativa en el ámbito de una sociedad que, como la estadounidense, aplica la teoría de la tolerancia cero hacia la delincuencia. No será hasta el paso del graffiti a Europa cuando ésta adquiera carta de naturaleza artística ante la sociedad a la que se dirige y tome rumbos evolutivos que respondan a la tremenda variedad e inquietud artística y creativa de los artistas de graffiti.

14.3- Las primeras exposiciones de graffiti en EE.UU. Entre el arte y la reinserción social.
Originalmente se habían creado en New York diversas organizaciones más o menos informales y con variables apoyos institucionales en el ámbito de las inner cities habitadas por minorías étnicas de origen afroamericano e hispanoamericano. La primera de ellas fue la United Graffiti Artists, conocida popularmente como UGA (foto 50). Desde 1972 la UGA había nacido con unos claros planteamientos de promoción social y cultural a manos de un sociólogo de origen hispanoamericano de la universidad de Columbia, Hugo Martínez. Su vocación pedagógica se había formado en las escuelas de verano del Queen College, que disfrutaban de apoyo institucional a nivel estatal y federal. Martínez organizó pronto muestras y exposiciones, nominalmente con el doble objetivo de enseñar a la comunidad el trabajo de los escritores de graffiti y de promocionarlos con vistas a la formación de nuevos artistas y creativos. La demostración del 20 de octubre de 1972 en el City College reunió a doce escritores que pintaban por vez primera en la legalidad y en horario diurno (CASTLEMAN, 1982: 119). Pronto recibieron cierto apoyo del stablishment cultural neoyorquino, que alababa la frescura de sus trabajos y lo prometedor (RICKFELS, 1973: 40) de estos valores. La impresión que los artistas de graffiti y sus obras dejaban en los críticos de arte de los media y en los artistas inscritos en los circuitos comerciales al uso no dejaba de considerar esta forma de expresión como un modelo creativo que reflejaba la desorganización de los grupos que le daban origen en relación con los modelos sociales y morales estructurales aceptados . La renuncia a los soportes usuales y a las condiciones de producción habituales en el graffiti suponían una aproximación vehemente a los esquemas formales del arte socialmente aceptable.

Las muestras del UGA (Foto 51) se sucedieron durante los setenta y hasta su disolución. Hugo Martínez nunca ocultó su intención de que el UGA fuera un vehículo de duración efímera que sirviera para la promoción individual de cada uno de sus miembros. De hecho sus componentes continuaron sus estudios en el Pratt Institute of Arts y en la School of Visual Arts. La experiencia educativa tenía el fin concreto de transformar los componentes primordiales que habían originado el graffiti. Su inclusión en la dinámica del arte convencional sirvió para que los artistas de graffiti se convirtieran en pintores académicos, dibujantes y creativos y, en definitiva, para que dejaran de producir graffiti.

La NOGA o Nation Of Graffiti Artists es la otra organización norteamericana que aglutina en una etapa inicial a diversos escritores de graffiti en New York. Su promotor fue Jack Pelsinger (Foto 52), un actor y bailarín de formación académica que se interesó por la labor social desarrollada en la UGA y que en 1974 organizó un taller colectivo de trabajo con objetivos similares a los que Hugo Martínez proyectara para su organización. Tras numerosos problemas financieros Pelsinger consiguió el compromiso de diversos galeristas y tratantes de arte de exponer obras de graffiti sobre lienzo y planchas de plástico en centros culturales y galerías. El propósito de Pelsinger era asimismo el de que la NOGA sirviera de plataforma promocional para que los escritores de graffiti fueran conocidos en todo el mundo y continuaran sus actividades creativas en cualquier otro medio. La disolución de la UGA a principios de los ochenta y la falta de fuerza de la NOGA en la misma época ocasionó la ausencia de presión y promoción necesarias para que el boom inicial se convirtiera en algo más que en un simple suceso coyuntural. El graffiti desapareció de las galerías europeas durante mucho tiempo debido principalmente a la falta de comprensión hallada en los niveles de producción artística comercial con que los escritores de EE.UU. se encontraron.

14.4- 1980-1989. El graffiti fuera de EE.UU. ¿El paso hacia la artisticidad?
14.4.1 - Fracaso del graffiti de exposición en Europa.
La marcha del graffiti hacia Europa se enmarca en los procesos de comunicación cultural que se vienen produciendo desde EE.UU. hacia el viejo continente de manera continuada principalmente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En la historiografía habitual y antes citada volvemos a encontrarnos de nuevo con procesos poco analizados de mistificación y autorrepresentación esencialista cuando no personalista de la influencia norteamericana sobre la cultura europea en general. Tanto Chalfant en sus obras Subway Art (1984) y Spraycan Art (1987) y en su video Style Wars (1983) como Castleman (1982), Dennant (1997), Farrell (1997), Element (1996), Wagstaff (1997) y otros investigadores de origen norteamericano señalan claramente el papel de los primeros escritores de graffiti europeos, los cuales habían aprendido su arte a partir de su estancia en la ciudad de New York de manos de escritores ya famosos como Kase2. Chalfant señala (1987: 7) que fueron los viajeros y turistas que volvían a sus países de origen procedentes de los EE.UU. y que habían reparado en la estética inususal de los metros de New York los que propagaron tanto oralmente como en artículos periodísticos, fotografías etc, el entusiasmo que en ellos había producido el ver las calles convertidas en algo parecido a tiras de comic . Los autores citados no tardan en atribuir a los marchantes de arte europeos un papel preponderante en le trasvase cultural que se estaba produciendo durante los primeros años ochenta. De esta forma galeristas de Roma y Amsterdam como Claudio Bruni y Yaki Kornblit organizaron las dos primeras exposiciones importantes de graffiti en Europa. Por un lado Bruni invitó al escritor Lee para exponer algunas de sus obras y fotografías de otras que había realizado anteriormente en algunos centros deportivos y en el puente de Brooklyn en la ciudad de New York. La exposición en la galería Medusa de Roma fue decisisva para introducir el graffiti en Europa, directamente exhibido en el circuito de arte comercial. Paralelamente Kornblit deseaba introducir el graffiti y a sus artistas en el mercado del arte europeo y se dirigió a los coleccionistas que anteriormente se habían fijado en el pop-art. La exposición-performance en el Museum Boymans-van Beuningen de Rotterdam de 1983 fue modélica al respecto. Allí expusieron escritores neoyorquinos reconocidos como Futura 2000, Crash, Ramellzee, Blade, Seen, Pink, Zephyr y otros. (CHALFANT, 1987: 11)

14.4.2 - La extensión de la cultura hip hop en el underground europeo.
En realidad la extensión de una forma artística como el graffiti hacia Europa posee una mayor relación con procesos globales relacionados con otras manifestaciones culturales como la literatura, el cine y el comic, que habían penetrado en los circuitos culturales europeos desde los años sesenta y setenta. Estas manifestaciones se engloban convencionalmente en lo que se ha dado en llamar underground. Corrientes artísticas como el pop-art habían tenido un eco muy importante en las galerías y exposiciones europeas y, en algunos aspectos, determinados autores de prestigio en los circuitos comerciales europeos como Andy Warhol ayudaron coyunturalmente a que el graffiti fuera conocido al otro lado del Atlántico. (DORFLES, 69: 209)

La cultura underground y las manifestaciones artísticas que pueden considerarse englobadas en este movimiento actúan en la cultura europea de los años sesenta y setenta a modo de revulsivo de la alta cultura oficial e institucional tradicionales. Este contexto se forma principalmente entre los jóvenes artistas de vanguardia de algunos países europeos cuyos movimientos culturales permanecían más en contacto con los procedentes de EE.UU., como Holanda y Gran Bretaña. De este modo el underground europeo es el marco que recibe al graffiti en similar dimensión socio económica e intención de incidencia en el entorno con que esta forma artística nació. Sin embargo la distorsión era inevitable, un proceso debido principalmente a varios factores. En primer lugar el orígen social y económico de los primeros escritores de graffiti europeos era sustancialmente más elevado que el de sus homónimos en los EE.UU. Su percepcíon del medio urbano y sus expectativas sociales eran diferentes, y su conciencia de comunidad étnica no existía como tal. El componente básico de la etnicidad no existía salvo en los casos de las minorías étnicas residentes en Gran Bretaña y en mucha menor escala en Holanda. En segundo lugar la percepción social global con que el graffiti llega a Europa resulta divergente a la que la sociedad norteamericana blanca poseía acerca del graffiti y su significación en el espacio urbano. Esta última considera al escritor de graffiti básicamente como un gamberro, un individuo marginado que malgasta su tiempo en una actividad que causa daños a la propiedad privada ajena, sea particular, de una empresa o de una institución. La sociedad norteamericana basa sus valores sociales en criterios de disciplina en el trabajo y de formulación de guías normativas de alta relevancia para la meta del desarrollo social. (THOMPSON, 1979: 289) De este modo cualquier actividad no lucrativa y que para colmo tuviera relación con los tradicionalmente marginados grupos de inmigrantes y con sus culturas se veía impregnada de un aura de marginalidad y extraoficialidad que la excluían automáticamente del discurso pictórico institucional . Por contra, el graffiti llega a Europa con la garantía de constituir una forma de arte novedosa, original y sobre todo inalterada por los estratos más comerciales del mundillo artístico. Los galeristas, que ya habían trabajado con autores underground y pop-art no presentan demasiados problemas a la hora de introducir el graffiti como un elemento artístico importado más. No obstante el impulso decae pronto y se deja de invitar a los escritores norteamericanos a exposiciones y performances en Europa. Pasada esta primera oleada se produjo cierta reacción en el mundo artístico europeo y los puntos de atención al graffiti volvieron a ser casos aislados. Jean Michel Basquiat se suicida en 1988 y escritores momentáneamente famosos como Vulcan, Kase2 o Lee parecen retirarse a sus lugares de origen en el gueto neoyorquino (HINTZE, 1994: 28-29). A este respecto resulta evidente que la eclosión del graffiti en las galerías y museos de Europa es el resultado de una lectura equivocada por parte de los promotores de los artistas de graffiti acerca de la verdadera naturaleza de su expansión como forma artística. Estos promotores intentan crear una nueva función para el graffiti y alejarlo de las causas profundas que lo motivan. Hacen caso omiso de las pautas básicas de producción, de su contexto profundamente reivindicativo y de autorrepresentación de la etnicidad o de clase, de la individualidad y del entorno urbano en relación con ésta para proyectar la técnica del graffiti en una terapia social que saque a los hermanos del gueto (CASTLEMAN, 1982: 122).

Por otra parte, Wagstaff (1997) señalaen su trabajo la poca importancia relativa del fenómeno del graffiti de exposición en el ámbito global de la cultura hip hop internacional:

For others like Blade painting on canvas is just the time for 'artistic activity', and they continue to use mostly variations of the same letters they wrote on the trains. Lee on the other hand disassociates himself from his train days which he now regards as a stage for his coming of age as a 'serious' artist who no longer uses letters but is concerned with images from the streets of New York.
One of Lee's best known works on the trains was a collaboration with Fab 5 Freddie who claims that their take-off of Warhol's soup cans was knocking pop culture. Like Lee, Fred sees graffiti as threatening the notion of fine art, and all pervasive influence which appears in the work of today's darlings of the art critics like Schnabel, Kiefer, Chia, Kenny Scharf- who 'all have the graffiti thing in their work' - but which can only be valid if it is rooted in 'the vandalism esthetic'. Whether or not this is true, the fact that the establishment has absorbed the graffiti writers, attracted by the vandalism esthetic as much as the pieces themselves, indicates that graffiti is no longer threatening: it has become style.
Few graffiti writers have had shows in their own right, outside of the 'graffiti gallery syndrome': Jean Michel Basquiat passed from scribble-tagging direct to the artworld; Lady Pink collaborates with an already established artist, Jenny Holzer; Blade is having a show in NY around now. (WAGSTAFF, 1997: 3)
Resulta evidente, pues, que la extensión generalizada del graffiti y de su posterior evolución y desarrollo globales se ocasiona a partir de un proceso más profundo y masivo. El mismo Chalfant reconoce la existencia de dos tendencias señaladas en el proceso de expansión del graffiti a Europa:

Two trends have emerged since the art world embraced graffiti in the early eighties. In one, those writers who joined the stablishment art scene began to respond to the influence of dealers, collectors, and other artists, and they discovered other motives to produce their art. They evolved as artists, their work becoming in some ways more complex, more subtle, and at the same time more appealing to collectors in the fast-moving art world. The second trend is the extension of the original New York graffiti world beyond the subways that link the Bornx, Brooklyn, Queens and Manhattan to the streets, playgrounds and underpasses of Pittsburgh, San Francisco, London and elsewhere. (CHALFANT, 1987: 8)
Por un lado existirían aquellos escritores que se unían a la escena del stablishment artístico y a la influencia de tratantes de arte, coleccionistas y de otros artistas, a la vez que descubrían las motivaciones económicas del arte convencional. Perdían de vista a su público original y mantenían el uso del spray acaso como una reminiscencia, casi una reliquia cultural de sus orígenes. Su rápida evolución hacia otros campos artísticos los alejó rápidamente del mundo del graffiti hip hop, impulsados por sus representantes y promotores artísticos y comerciales.

Por otro lado la escritura de graffiti extendería su técnica y su estética como un todo, de forma íntegra, entre niveles sociales y económicos situados a la misma altura. Los jóvenes artistas de graffiti europeos tomaban como modelo las estéticas y los recursos formales de sus homónimos norteamericanos en una perfecta comprensión de las constantes básicas generales de producción de graffiti (Foto 53). Los metros de Londres y Paris así como los trenes ingleses, italianos y españoles (Foto 54) vieron pronto cómo las actuaciones de los artistas de graffiti europeos crecían rápidamente en número y calidad. Su procedencia social era similar a la de los escritores de EE.UU. La constante de la etnicidad se vió sustituída por la de conciencia de la marginalidad social y de clase, en un acto de intercambio ideológico contextualizado en la expansión generalizada de la cultura hip hop en Europa. Chalfant (1987) vuelve a señalar este proceso:

Probablemente el agente más eficaz de expansión de este arte más allá de las ciudades interiores (inner cities) americanas fue la explosión del hip hop en los primeros años ochenta. Films, videos y libros describían y promocionaban la cultura de la música rap, el baile break y la escritura de graffiti, haciendo héroes a sus protagonistas salidos de las calles de New York -Africa Bambaata, Rock Steady Crew, Phase2, Blade, Seen, Skeme, Dondi y Lee por nombrar sólo a unos pocos-. La abultada presencia de Kase2 en el film Style Wars (SILVER/CHALFANT, 1983) y el libro Subway Art (CHALFANT, 1984) impulsaron a los escritores de Pittsburgh y de San Francisco a adoptar su estilo de la técnica de camuflaje que él mismo inventó y que llamaba Computer Rock. En España, Bambaata es un semidios para los jóvenes B-Boys que forman y denominan a sus grupos de forma similar al suyo, Zulu Nation . Mientras en Londres, Bristol y Birmingham, Inglaterra, pintan los muros con el símbolo Zulu, con la mano alzada y los dedos haciendo el signo de paz y amor. (CHALFANT, 1987: 8)
El proceso de desarrollo del graffiti en Europa marca el punto de inflexión respecto a la formación y consolidación globales de esta forma de expresión. En el escenario europeo el graffiti evoluciona a partir de las pautas iniciales, rápidamente asumidas e interiorizadas por los escritores europeos que, sin embargo y partiendo de presupuestos similares a los de los escritores de New York (515, 1997:1) (Fotos 55 y 56), le proporcionan un nuevo sentido estético a su papel en el panorama de las grandes ciudades europeas. El graffiti europeo adquiere desde muy pronto una consideración social diferente que le permite desarrollarse hasta convertirse en el modelo evolutivo del graffiti mundial. En Europa las restricciones crecientes puestas por empresas privadas e instituciones a los escritores de graffiti no existían en un grado tan elevado como en EE.UU. Por otro lado las relaciones de muchos escritores de graffiti europeos en la segunda mitad de los años ochenta con instituciones públicas, artistas académicos y promotores han resultado mucho menos polémicas que procesos similares ocurridos en EE.UU. a finales de los setenta y principios de la década siguiente. La constante de ilegalidad ha resultado en Europa ser un factor estético añadido a la naturaleza del medio empleado hasta formar parte de este y de su idiolecto artístico, y en escasas ocasiones un escritor de graffiti europeo ha resultado muerto, herido o encarcelado a causa de sus actividades, como más a menudo sucedía en EE.UU

De este modo la expansión del graffiti a Europa no ha constituído una simple imitación de formas artísticas. Trasciende la imitación formal para participar y tomar nuevos caminos que los escritores originales nunca pensaron para el graffiti. La evolución de esta forma artística viene determinada por la constante de libertad creativa que, sumada a las características del graffiti neoyorquino originario, proporciona nuevos conceptos y recursos estéticos en un proceso que considera las pautas convencionales determinadas como un elemento más a tener en cuenta para su desarrollo y riqueza expresiva, de peculiaridad, diferenciación e identidad individual y comunitaria a los que se ha de sumar la investigación y experimentación formal y conceptual. Los nuevos caminos del graffiti estaban servidos a finales de los años ochenta y principios de los noventa, cuando el desarrollo del software informático de diseño gráfico (METRO, 1997) y de nuevas corrientes estéticas inscritas en la evolución paralela de la cultura hip hop en todas sus tendencias de expresión marcaron la pauta que el graffiti seguiría en esta década, una vez consolidada esta larga etapa de formación y desarrollo desde los primeros años setenta.

15 - EL NACIMIENTO DEL GRAFFITI CONTEMPORÁNEO COMO PROCESO ECLÉCTICO DE TENDENCIAS CULTURALES.
15.1 - Naturaleza del graffiti. La influencia de las formas promocionales contemporáneas.
El graffiti contemporáneo retoma en su estética una herencia cultural compleja en la que muy variados rasgos y modos de expresión se encuentran y sintetizan. De una cierta forma el graffiti actúa de catalizador de numerosas características que existen en las formas culturales de nuestro tiempo y que, a su vez, han modificado a través de largos procesos de especialización de sus funciones y adecuación a sus fines desde una óptica económica y social acorde a sus intereses. La naturaleza esencialmente promocional y publicitaria de la cultura contemporánea ha definido de manera irreversible el concepto mismo de cultura (WERNICK, 1991: 187), impregnando a una gran cantidad de formas y métodos creativos de las culturas populares occidentales y aniquilando a otras por su inadecuación a corto plazo. Los medios masivos de comunicación y el uso constante del espacio público urbano son las armas de las que la cultura promocional contemporánea hace continuado uso haciendo honor a una óptica de los grupos sociales dominantes acerca de la capacidad de sugestión e influenciabilidad de las masas populares.

El graffiti retoma, como decíamos, gran parte de las formas aparenciales de esta publicidad promocional que la cultura oficial actual hace suya. El uso que hace del espacio público urbano, la apropiación misma de los llamados espacios económicos públicos (metro, tren, propiedades de las instituciones, mobiliario urbano, etc.) está llamado a reivindicar, mediante métodos similares a los que los sistemas publicitarios establecidos realizan, su función específica en el seno del paisaje urbano (WERNICK, 1991: 188-9). Estas formas artísticas promocionales y de gran difusión engloban el cartel, el comic y el cine. Su influencia sobre las culturas urbanas contemporáneas y sus características básicas se ejercen de variadas formas y procesos de asunción e interiorización de sus constantes, de las que las estas culturas participan en su emergencia, de forma específica y variable, como vía de desarrollo de la constante de la cultura postmoderna en el seno de la sociedad capitalista tardía y su renovada dimensión, a la vez espacial y de prácticas culturales particulares, que pasa por el redescubrimiento de las estéticas marginales de arte público unidas a los procesos de gentrificación y aumento de la clase de servicios. (FEATHERSTONE, 1991: 16)
15.2- El cartel y la cultura promocional.
El nacimiento del cartel inaugura una nueva forma de arte industrial. El uso de maquinaria de impresión en la reproducción de imágenes había supuesto desde el primer libro ilustrado impreso, el Edelstein del alemán Ulrich Boner en 1461, la posibilidad de extender un mensaje icónico a gran escala. Los anuncios y programas de circos y ferias pasaron a constituir pronto un elemento más de la tradición cultural popular europea y americana. Jules Chéret (1836.1932), obrero litógrafo de París, inicia las cromolitografías sobre soportes de gran superficie. La técnica básica del cartel moderno se basó en buena parte en las constantes de la pintura barroca. Chéret admiraba a Tiepolo y su uso de un punto de vista bajo, como el de un espectador en un teatro, sus figuras flotantes, su enfoque espacial que magnificaba retóricamente a los personajes (GUBERN, 1987: 183). Todas estas características pasarían a formar parte de la estética del cartel, cuya función básica era la de la interpelación directa al espectador. La inclusión del mensaje escrito en la composición del cartel era el resultado de esta misma función sociocomunicativa.

Pero el cartel contemporáneo se configura definitivamente durante el período de entreguerras, con el desarrollo de los estudios de marketing. La función sociocomunicativa del cartel varía desde posiciones más artísticas hacia la llamada de atención de la emoción del futuro consumidor. Diseñadores, poetas, psicólogos, etc aglutinan un equipo de publicidad cuyo fin es obtener la eficacia en sus anuncios y hacer hincapié en mayor medida en la incentivación de las motivaciones que en los rasgos de artisticidad característicos del cartel modernista. La propaganda y la persuasión social se convirtieron en las nuevas y poderosas constantes de una nueva forma icónica situada en el espacio público urbano, el cartelismo.

El cartel fue, desde su origen, un elemento destinado a permanecer en el espacio público urbano y a modificarlo visual y estéticamente. Los muros de la calle se convierten ahora en el vehículo de la comunicación (BARNICOAT, 1973: 82). Expuesto en plazas y calles, a menudo de forma magnificente y colorista, el cartel se dirige masivamente a la población, altera su percepción del espacio social, califica fragmentos determinados de la arquitectura urbana y, en definitiva, traslada la dinámica social y económica de la producción de ocio y de consumo al escenario cotidiano de sus consumidores.

El valor del cartel como instrumento de influencia o de manipulación de unas masas caracterizadas por su gran plasticidad debida a su desarme ideológico e institucional, ha de ponderarse precisamente en función de los criterios sociales dominantes en la segunda mitad de siglo..
Desde esta perspectiva, el espacio público urbano convertido en el soporte de los mensajes coloristas emanados del poder político o económico de la burguesía, cumplía la doble función de asegurar la difusión ilimitada de sus mensajes, y la de enmascarar y maquillar la miseria de los espacios urbanos populares. (GUBERN, 1987: 196)
El papel del cartel como inductor de modas y comportamientos demuestra su capacidad de acción sobre el tejido social y su función de espejo social colectivo. Sus iconografías generan y amplían comportamientos, mueven compulsivamente al consumo, transforman y estilizan el espacio urbano buscando la generación de necesidades sociales en cualquier plano de la vida. El cartel señala y explicita los cánones estéticos sociales y la permisividad y grado de tolerancia coyunturales mediante sus discursos icónicos (BARTOLOZZI, 1981: 48). En este aspecto es donde el cartel ha ejercido un papel de generador de ilusiones al constituirse desde sus inicios como una forma artística puesta al servicio de la industria y más tarde del consumo conspicuo. Esta misma función determina su naturaleza y la del medio donde se desarrolla. La propiedad efímera, el rasgo más notorio de muchas formas culturales actuales, nace con el cartel. La cambiante oferta, la brevedad de los ciclos comerciales y productivos, sujetos a todo tipo de vaivenes, las características frágiles del soporte de papel, la agresión de los elementos al estar sujeto a la intemperie en plena calle hacen del cartel un medio eminentemente efímero. El cartel nace con una vida calculada y muy limitada, tanto si nos referimos a cada unidad reproducida (cuya efimereidad es física) como al conjunto de su diseño que determina la matriz a reproducir (de corta duración por la demanda incesante de novedad y la naturaleza cambiante de la producción). Por añadidura, el cartel inicia a su vez algo que podríamos denominar como búsqueda indiscriminada de soporte. El cartel es una forma expresiva-comercial que no posee un soporte ad hoc en el espacio urbano. De forma parasitaria los carteles, al igual que los graffiti, se adhieren a paredes, vallas (Foto 57), urinarios públicos y a todo tipo de mobiliario e inmobiliario urbano. A pesar de todo esta indiscriminación de su localización resulta tan sólo aparente. Los distribuidores de carteles tienen muy en cuenta los flujos circulatorios de la población en la ciudad, la composición en edad, sexo y ocupación de esta población circulante, lo que determina en gran medida el tamaño, número y versión del cartel a reproducir y colocar. El transporte público se convierte pronto en un medio privilegiado de traslación de publicidad en carteles. Su circulación intensiva y extensible a toda la ciudad hace de los vehículos públicos el principal órgano de difusión global e indiscriminada del cartel y de lo que anuncia o propaga.

La relación formal de la cartelística y de sus tácticas de difusión en el espacio público urbano con la características básicas del graffiti contemporáneo resulta evidente (BARTOLOZZI, 1981: 48) (GARÍ, 1995: 217). Los rasgos de efimereidad que destacan en la naturaleza de sus soportes y de los medios empleados, la sujeción a la intemperie, la característica informalidad de los medios empleados, su parasitismo urbano (Foto 58), la difusión indiscriminada a la búsqueda del mayor impacto posible en la población circulante por el espacio público, el uso de soportes móviles, la consideración de los flujos circulatorios de población, el colorismo, el impacto visual y su influencia en sus estéticas constituyen los rasgos predominantes en común entre la cartelística y las formas urbanas emergentes de expresión como el graffiti contemporáneo. En ambos casos su función primaria es la de atraer las miradas del espectador. La ubicación y la intensidad de sus formas son recursos utilizados desde muy pronto, pergeñando composiciones hipercoloristas (Foto 59) o en las que predominan las alusiones al erotismo. El espacio urbano actual y sus flujos de circulación implican un espectador generalmente móvil y a bordo de un vehículo (foto 60). El desplazamiento del espectador sobre la superficie inmóvil del cartel o del graffiti los convierte como dice Gubern en una imagen fugitiva (GUBERN, 1987: 204). La diferencia surge al considerar los aspectos de narratividad y legibilidad, en los que difieren sensiblemente. Obviados éstos por el momento, fijaremos nuestra atención en la retórica compositiva del cartel contemporáneo y su relación con la construcción de una cultura promocional y de publicidad que Wernick (1991) formula. La relación con las culturas urbanas actuales pasa por los numerosos rasgos semióticos comunes. La construcción de la cultura promocional de nuestro tiempo rompe con una larga tradición de imperativos académicos y tratados descriptivos de la artisticidad y del buen gusto. Nuestra cultura es promocional en un sentido profundo que se manifiesta a la hora de plantear los objetivos y expectativas de las expresiones creativas. Como Andrew Wernick afirma:

El problema es que la promoción -que no constituye ningún movimiento cultural- no es sólo un fenómeno a nivel de clase ni tampoco lo es sólo de orden expresivo. De hecho el término está preñado de significados y se ramifica mediante prácticas sociales, estrategias psicológicas y costumbres, normas estético-culturales y valores en general. Pero en primera instancia, promoción es un modo de comunicación, una suerte de retórica. No se define por lo que se dice sino por lo que se hace, con respecto a cuáles de sus contenidos semánticos y de estilo son principales y cuáles son derivados. De esta forma se puede definir la cultura promocional mediante rasgos de una economía cultural definible por la combinación de cuatro elementos: (a) las relaciones simbólicas de producción y su régimen de propiedad, (b) las condiciones de recepción, (c) una forma de trabajo institucional, y (d) los sentidos y significados de circulación simbólica. (WERNICK, 1991: 184)
La cultura contemporánea inscribe sus mecanismos retóricos en las formas usuales de los mensajes promocionales. En realidad gran parte de la producción cultural actual es el resultado de la subducción de los valores de la cultura promocional a través de todos los niveles de producción cultural, prevaleciendo determinados modos de construcción del objeto cultural y de la circulación de los signos, borrada ya la frontera existente entre ellos dos. La imposición de los criterios de los mass media y del sistema industrial de producción cultural conlleva cambios sustanciales en la economía cultural. La relación de este proceso con la evolución del capitalismo tardío es concluyente. Estas alteraciones en las relaciones entre economía y cultura vienen de la mano de procesos masivos de orientación del consumo, incluído el cultural, basados en el industrialismo y en la apertura de los grandes centros de consumo colectivo urbanos, la publicidad televisiva y los grandes consorcios de TV. La cultura promocional emplea mitos, referencias conocidas, símbolos y valores en los que el objeto promocionado está ligado indefectiblemente al signo en una cadena interminable. La producción cultural de nuestro tiempo, sea del orden que sea, participa de estas constantes concretas de auto exposición y publicidad, de exaltación y atractivo simbólico del objeto y del signo ya unidos, que llevan implícitas nuevas formas de comportamiento social y de producción creativa. El filósofo Walter Benjamin (1997), en su proyecto inacabado sobre los pasajes de París, ya había considerado en sus obras la naturaleza esencialmente alienatoria de la industria cultural promocional en una visión turbadora de nuestro tiempo:

Aquí radicaba una contradicción fundamental de la cultura industrial capitalista. Un modo de producción que privilegiaba la vida privada y basaba su concepción del sujeto en el individuo aislado había creado formas completamente nuevas de existencia social (espacios urbanos, formas arquitectónicas, mercancías de producción masiva y experiencias "individuales" reproducidas infinitamente) que engendraba identidades y conformidades en la existencia de la gente, pero no solidaridad social, ningún nivel novedoso de conciencia colectiva en torno a su comunalidad. (BUCK-MORSS, 1995: 258)
Las formas de producción cultural que la cultura promocional condiciona aportan nuevas constantes en lo que respecta a los aspectos a tener en cuenta para definir los criterios de análisis y crítica de las obras de arte contemporáneas. Como Maltesse (1972: 81-82) señala, el concepto académico de artisticidad resulta sumamemente inadecuado para la función de analizar la producción cultural contemporánea. Los valores de comunicación, gramaticidad y sus propósitos en relación al espectador-receptor, es decir los valores semióticos y comunicativos de las formas creativas de expresión deberían constituir el referente obligado para todo investigador. La consideración de la cultura promocional contemporánea como marco inmediato que condiciona la formación y extensión de las culturas urbanas emergentes parece dar la razón al planteamiento de Maltesse antes citado. Las formas expresivas urbanas nacidas en el seno de esta cultura son el resultado de un deseo manifiesto de proclamación identitaria, de auto promoción y propaganda de las percepciones cotidianas, de las ensoñaciones y construcciones imaginadas y reales y de la misma representación del yo en el entorno y en comunicación con los otros (FEATHERSTONE, 1991: 18). Si el cartel nacía como el fruto de una necesidad industrial de publicitar (comunicar) sus productos en un entorno urbano que no le ofrecía en cambio ningún lugar para contemplarlo ni para situarlo, el graffiti y sus artistas retoman conscientemente sus características hasta el punto de constituir en sus inicios unas composiciones que asemejan, tan sólo aparentemente, carteles pintados (Foto 61).

Los usos expresivos de la cultura actual se extienden más allá del ámbito específico de producción de la publicidad comercial hasta el punto de que podemos hablar de una verdadera condición promocional de la cultura actual. Las formas en que los sujetos sociales producen sus objetos culturales individuales están impregnados con la esencia de los usos publicitarios y promocionales que existen interconectados de muy diferentes formas entre sí. Los mitos, símbolos, recursos expresivos que el escritor de graffiti emplea poseen una relación de origen con los utilizados en los medios promocionales. El fin es la publicidad de un mensaje promocional como puesta en escena en el espacio público social, la construcción de un signo publicitario que permanece unido en una cadena interminable a un conjunto de otros signos de muy diferentes aspectos y funciones aparentes (WERNICK, 1991: 187). La explicación que publicistas y artistas del diseño proporcionan acerca del panorama icónico actual forma parte precisamente de esta retórica del impacto que impregna la producción de los escritores de graffiti:

Estamos ante una situación nueva, donde coexisten diferentes mundos gráficos. Está el mundo de las galerías, que puede ser viejo y caduco pero que está ahí, revitalizado en los 80 por la transvanguardia y por los nuevos expresionistas alemanes. Junto a él están los mundos del comic, del diseño gráfico, del arte comercial, del video y del rock. Todo es arte, todo lo que se haga con intención creativa tiene cabida. Vivimos saturados de imágenes, que te dicen poco, mucho o nada. Pero ahí están y cada vez habrá más imágenes, más estímulos mentales, más puñetazos visuales. La gente tiene que articular estos nuevos lenguajes y olvidarse sobre lo que es arte o no. La publicidad es más fuerte, comunica más que todo el arte oficial de las galerías y los museos. (MANRIQUE, 1984: 76)
Sin embargo la publicidad que el escritor de graffiti hace de sí mismo y de su estilo trasciende las meras ideas convencionales de la industria publicitaria. La existencia de un nivel semiótico propio en el cual el graffiti no es sólo reconocido sino interpretado en el análisis del entramado conceptual que encierra su composición formal obliga a un estudio más profundo de sus características propias. A pesar de ello los artistas de graffiti nacen y se forman como artífices de formas y signos en un medio en el que han sido excluídos de los círculos académicos y de critica artística que fijan las pautas básicas de moda acerca de la artisticidad. Su lenguaje se adecúa a una cultura promocional en la que viven su cotidianeidad, que impone desde muy temprano y por medio de diferentes elementos de comunicación las constantes expresivas de aquélla, las cuales son percibidas a través del sentido crítico del grupo:

En efecto, he aquí la aparición a nuestro alrededor del nuevo universo de imágenes artificiales, producidas no ya singularmente, artesanalmente, sino de manera industrializada, hechas en serie, destinadas a una población en constante aumento, que tiene, por su lado, necesidad de su continuo alimento cotidiano.
Todo este inmenso panorama visual está ahora a nuestro alrededor, ha invadido las paredes libres de los edificios, las cornisas, los techos, las aceras; se ha colocado a lo largo de las calles, avenidas carreteras. En una época en que cuenta más lo efímero que lo permanente, donde lo pasajero tiene más efecto que lo eterno, era lógico que se produjera este fenómeno. La potencia y eficacia de estas imágenes, figurales y señalécticas, ha de buscarse en algunos elemntos precisos que podrían resumirse en el número de sus iteraciones y la velocidad de su transformación. (DORFLES, 1969: 292-293)
El graffiti resulta así una amalgama de asimilación, rechazo y alternativa a los modos y formas de producción industrial y comercial que la cultura promocional impone. Es en sus coincidencias y rasgos formales asimilados con aquélla donde el graffiti muestra sus más grandes similitudes con los medios y usos expresivos de la cartelística y de la publicidad. Las relaciones entre el tag y la imagen publicitaria ofrecen nexos semióticos comunes que forman parte intrínseca del graffiti como forma de producción de sentido. Element (1996) señala la relación compleja entre estos factores:

Graffiti writers do seem to acknowledge the debt they have to advertising for both the purpose and design of their tags. "Taggers compare themselves to advertisers, arguing that they purchase space with their boldness and style rather than with money." Tags and ads are both concerned with name recognition, with the sign's reproducibility as that reproduction. Hence advertising uses the logo, like the tag a formal manipulation of text as object. But unlike the tag, the logo always stands in for something--the company. Recognizing the Pepsi logo means you understand (the company hopes) that it represents "a company that sells soda named Pepsi." But recognizing TAKI 183 means you understand that it represents the tag TAKI 183--the tag only stands in for itself. While it could be argued that a tag represents the tagger, it is more likely that instead the tagger represents the tag--i.e., the one identified as the tagger TAKI 183 is known as "the one whose tag is TAKI 183." This seems even more plausible as the tag becomes reproduced more often on more spaces: as the tag is seen by more people who cannot "identify" the tagger, it is the tag only as itself that is recognized.
The logo represents itself as its company within the structure of advertising significance, while the tag reveals that structure as structure, as an arbitrary relationship between signs which are ultimately disconnected from their supposed significance--"Empty, illegible, graffiti defied the false plenitude of meaning in [the city of signs] code." It does not seem coincidental that logo is rooted in the term logos--which Derrida deconstructs as the fundamentally fallacious idea constituting most Western thought--for logocentrism construes language to be an architecture of meaning, rather than the building of differences:
This is a powerful critique of logocentrism; as Derrida explains, to conclude that the system consists only of differences undermines the attempt to found a theory of language on positive entities which might be present either in the speech event or in the system.
The tag establishes itself as a "negative" entity through its difference from, its unconnectedness with, the structure of meaning in advertising. Unlike the structure of public advertising as another writing on space, tagging does not pay for the privilege of writing on. Graffiti thus is the usurpation of space for tagging, rather than its borrowing for advertising
In addition, the hoped result of advertising is the greater purchase of the advertising company's product, but the tag advertises nothing other than itself, which as a tag is not a product to be purchased; thus the tag advertises not as product but as writing on space. Through its supposed mimicry of the structure of public advertising, the tag critiques that structure for its reliance on an economy of exchange as a foundation, violating both the giving and receiving ends of the exchange process. This process--one's giving of something wanted to someone else in return for something of "equal" value--is disrupted, as the tagger takes something (space) from someone while giving back something unwanted (the tag) to the owner. (ELEMENT, 1996: 6)
15.3- Graffiti y Comic. Precedentes y Relaciones.
Lo que hemos dado en llamar cultura promocional, según la terminología que Wernick (1991) y Featherstone (1991) toma en sus estudios, nace en el contexto de los inicios de la industria de producción cultural a finales del siglo XIX y principios del XX en Europa y norte de América. Desde un principio ambos conceptos caminarán de la mano e inextricablemente unidos por cuanto las nacientes empresas de comunicación de masas disputan entre sí y desde los inicios de su existencia el control de más y más sectores de sus actividades. La publicidad, el carácter promocional de los nuevos medios creativos y la industria cultural y de consumo mantienen entre sí relaciones frecuentes y recurrentes que les inscriben en un sistema propio que cambia el panorama cultural occidental a corto plazo. Los nuevos medios que nacen en el seno de la industria resultan novedosos por el empleo diverso y libre de fuentes iconográficas y culturales muy variadas. Si la cartelística había llevado consigo en sus inicios la estética de la pintura de la época (Alphonse Mucha, Toulouse-Lautrec) y había orientado su función hacia la motivación del consumo material o la propaganda ideológica, otros medios que nacen en este período, como el comic, recogen tradiciones de deformación y caricatura (GARÍ, 1995: 202) así como de narración y secuencia insertas en la cultura popular (GUBERN, 1987: 213/220-221). Sin embargo, una vez conformados como nuevos medios creativos industriales en el contexto de los grandes periódicos, obedecen a similares pautas en cuanto a su función y utilizacion por sus productores económicos. El comic nace como nuevo elemento de expresión, inscrito firmemente en estas pautas de producción cultural industrial y promocional. Sus estéticas y recursos pasarán con el tiempo a formar parte del corpus icónico y formal de las culturas urbanas contemporáneas y del graffiti en particular.

A la formación del comic como medio de expresión le sigue un desarrollo amplísimo durante el cual se desligará del marco periodístico que le dió origen, adquiriendo entidad propia. Las diversas tendencias que se suceden a la largo de la historia del comic mantienen una gran relación con otros medios que conjuntamente forman la cultura de masas contemporánea. Las nuevas formas de expresión permanecen influídas por la iconografía y los sistemas narrativos y estilísticos que el comic y sus autores siempre han sabido renovar o modificar. De esta forma mantenemos la hipótesis de la presencia constante de las formas del comic en el mundo del graffiti contemporáneo, una relación profunda que se basa ante todo en la naturaleza de iconización de la temporalidad en imágenes fijas, en la presencia constante del comic como elemento cultural primordial en las etapas iniciales de formación i
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promise
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Post by promise »

yo lo copie en un documento de word
para cuando este desconectado leerlo
al paso y concentrado, me dio 30 paginas

buen aporte como siempre del dstro
www.myspace.com/promisetinterocolectivo<br />
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Post by erickbig »

MUY BUEN APORTE, LO COPIE Y LO LEO EN MI CASA, LEI UN CUARTO DE LA 1 PARTE....
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Post by Yokasta_ »

cuando tenga tiempo lo leo jeje :D
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Post by J_Flow »

era mejor hacer un resumen... no coje la vaina de internet y pegalo asi como ta :roll: mejor dabas el link
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Post by CyberneXt »

tu daba el link de wikipedia y ya te ahorrabas todo eso.



J_Flow wrote:era mejor hacer un resumen... no coje la vaina de internet y pegalo asi como ta :roll: mejor dabas el link
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perfil modificado por el admin / por favor sin musica manin
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